miércoles, 11 de diciembre de 2024

A lo que te place, dedícate

 


 

En una sociedad ideal la profesión de fontanero tendrá el exacto valor de un neurocirujano y un futbolista no tendrá mayor recompensa que un camarero. La naturaleza reparte sus dones al azar (no exactamente, sigue recónditos planes difíciles de trazar). Es primera obligación de cada individuo saber qué le gusta, descubrir aquello para lo que está dotado. De ello depende su realización personal. La educación ha de orientar y descubrir el potencial de los niños o adultos que tienen entre manos.

 

Por tanto, no hay mérito en ser físico nuclear o autor de un superventas. La pastora feliz que conoce las mejores veredas para llevar a su ganado o el chico que atiende a los bebés en una guardería vale tanto como aquellos, pues si ese es el camino que ha escogido porque le hace feliz, para el que la naturaleza le ha dotado, está cumpliendo con la finalidad que da sentido a su vida. Las personas que ejercen una actividad que les procura placer son casi siempre las mejores en su profesión, advirtió Aristóteles.

 


Si cada uno desarrollase su potencial, alertado por el placer que le produce determinada actividad, la sociedad sería más eficiente. 'Todos los hombres por naturaleza desean saber', así abre Aristóteles su Metafísica. Es la inteligencia colectiva -la suma de individuos que realizan sus habilidades- la que crea civilización. No somos conscientes del enorme desperdicio de talento y potencial de los seres humanos.

 

" Así pues, que el legislador debe ocuparse sobre todo de la educación de los jóvenes, nadie lo discutiría; de hecho, en las ciudades donde no ocurre así, eso daña los regímenes". Libro VIII de la Política. Aristóteles.


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