He leído el libro de Vanessa Springora, El consentimiento, tras haber visto la película. Normalmente lo hago al revés. La he visto, con incomodidad; la película tiene el mismo título (2023). Es una ficción sobre un hecho real. En la realidad, el escritor Gabriel Matzneff tenía 50 años cuando sedujo a Vanessa Springgora, que entonces tenía 13. Hay escenas de sexo entre un adulto y una menor. Para explicar el caso no creo que fuesen necesarias o al menos no del modo en que se exponen. La narración, aunque da algunas pinceladas de contexto, adopta el punto de vista de la chica. La fama, el amor por los libros y la literatura, el deseo de escribir, una madre indecisa, un padre ausente y la ensoñación preadolescente confluyen en un enamoramiento hacia el adulto seguro de sí, de grandes maneras burguesas, culto, libertino, abierto a la modernidad.
Mi objeción va contra ficcionar los hechos reales, tanto más cuanto la historia está nominalizada. Mi interés es la de conocer exactamente qué sucedió, cómo pudo suceder y cómo reaccionó la sociedad francesa de entonces. Vanessa Springora está en su derecho de contar y de hacerlo como le dé la gana. Pero Vanessa Filho, la guionista y directora, no. Supongo que no ha querido contarnos un cuento. En la película aparecen los nombres reales de los protagonistas del suceso, su cronología, incluso hay un inserto de un programa televisivo (Apostrophes, marzo de 1990) en que la escritora canadiense Denise Bombardier echa en cara su inmoralidad al premiado escritor que estaba haciendo alarde de sus conquistas pedófilas, convertidas luego en relatos literarios. Hay algo más, la dificultad de poner en imágenes los sentimientos de la protagonista. Vanessa está enamorada del hombre mayor y no siente asco por él; lo sabes si has leído la novela: "Estoy enamorada y me siento querida como nunca antes". Sin embargo, las imágenes que el espectador ve no concuerdan con esos sentimientos.
Creo que habría sido mucho más efectivo un documental o un docudrama, con distintos puntos de vista que reflejasen los sucesos y el ambiente social que los hizo posibles, la evolución de las costumbres y la moralidad, la tolerancia hacia la pedofilia, la excepcionalidad moral de escritores y artistas.
Los hechos tuvieron lugar desde el 13 de mayo de 1986 hasta el 22 de diciembre de 1987. El escritor compartía con ella la vida dorada del escritor parisino: cenas, teatro, cine, visitas, entrevistas. Vanessa reconoce que 'consentía' y que poco a poco fue comprendiendo. Pocos años antes hubo un movimiento de escritores y artistas con cartas a los periódicos (la más conocida en Le Monde, en 1979, escrita y promovida por el propio Gabriel Matzneff) y peticiones al Parlamento para derogar los artículos de la ley sobre la edad del consentimiento y la despenalización de todas las relaciones entre adultos y menores de quince años. En ellas aparecen los nombres del Olimpo francés de esos años, con la potencia argumentativa de quienes creían que con su nombre bastaba. Nombres que curiosamente están detrás de lo que luego se ha llamado pensamiento woke y que ha servido para promover lo contrario de lo que entonces se defendía, como la ley del sí es sí. Aquí explicado en detalle.
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