La familia de Mona Achache, la directora de esta película, parece tocada por la maldición de los famosos, al menos de algunos. El aura, el oropel, el humo dorado que flota sobre sus cabezas. Cómo contar esa maldición. Hay muchas mujeres que lo están contando con libros. Unas de forma ensayística o memorialista, otras como ficción. En la película, Mona Achache aparece rodeada de una herencia inabarcable en forma de libros, cuadernos, fotografías, vídeos. Ante sí tiene el material, los restos del naufragio de vidas que se fueron. El apartamento donde se rueda parece un maremagnum. Podría decirse que lo tiene todo para iniciar el relato, pero le falta algo, la vida de su abuela, Monique Lange, y de su madre, Carole Achache. Cómo ordenarlo, cómo darle vida.
Se le ocurre contratar a una actriz, Marion Cotillard, para que reviva a su madre ante sus ojos. La viste, la enjoya, le pone una peluca, las gafas, los anillos, los zapatos, cosas yertas que su madre dejó. Luego, la fuerza a que entone, pronuncie, module del modo en que lo hacía su madre. Entonces comienza a contar la historia que aparece dispersa y fragmentada entre el material que tiene delante. Podría decirse, la historia más triste jamás contada. Para Monique y Carole así fue. También podría decirse que así fue para todas las mujeres, que así fue desde siempre la condición femenina, aunque no para todas con tal grado de violencia.
Monique y Carole vivieron ese periodo oscuro de la historia de Europa, que bien podría ser conocido como el de la antilustración, cuando un puñado de escritores franceses se creyeron conquistadores o creadores de mundos, al modo de Alejandro o César, y que, por tanto, todo les estaba permitido. Su territorio de conquista eran las mujeres y los niños, bajo la bandera de la liberación de costumbres.
Hombres, el grupo de hombres que dominaron la vida mental de los europeos durante algunas décadas, cuyo influjo ha desembocado en las arenas fangosas de lo woke, en nombres de la (su) liberación sexual, convirtieron en rehenes de su libido a las mujeres y niños que estaban a su alcance. En su caso, los depredadores infantiles Jean Genet y la pareja de Juan Goytisolo, con el consentimiento de este y la ausencia del padre. Hay más cosas que la película cuenta, y también el libro que dejó su madre, Fille de, cosas que necesitan ser contadas, en la línea de lo que las mujeres saben y los hombres han de conocer.
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