lunes, 14 de octubre de 2024

El Monasterio de Voroneț

 


Amanece sobre Gura Humorului. La salmodia dominical intenta imponerse sobre el tráfico. La luz limpia cae sobre los tejados rojos y las paredes blancas. Al fondo la niebla desdibuja el perfil de los montes cercanos, apretujándolos contra las casas más alejadas de la ciudad. En el comedor del desayuno un grupo de mujeres añosas, deduzco que ucranianas por su forma de vestir y de hablar y por la ausencia de hombres, circulan con hablar quedo por entre los platos del desayuno. Un aire de mutismo y tristeza las envuelve. La guerra que no cesa. Por el vestíbulo y ascensores un amplio grupo de niños de primaria, cuidados por sus profesoras, mueven maletas, sin hacer demasiado ruido para su edad. Más tarde me entero de que son moldavos. Alguien me asegura que ha preguntado y le han dicho que las mujeres no eran ucranianas, sino rumanas.




Cuenta la leyenda que Stefan el Grande habiendo perdido una batalla contra los turcos, se culpó por sus pecados y se confesó a un ermitaño, que le impuso como penitencia volver a la lucha. Esta vez ganó la batalla de Vaslui y mandó construir el Monasterio de Voronet, dedicado a San Jorge, lo que se hizo, en 1488, en tres meses, tres semanas y tres días.




El ermitaño era San Daniil, que sería el primer abad del monasterio. Su tumba está en el interior de la iglesia.


Años después, en 1538, se pintaron los frescos, caracterizados por el intenso azul conocido como azul de Voronet, para algunos la «Capilla Sixtina del Este». Cuando el polvo de carbón sobre yeso se hubo secado, se aplicó el color azul que procedía de un pigmento, el azurito, traído de Egipto.

 



El fresco más importante ocupa la fachada principal, protegido de las inclemencias por una ancha cornisa, es el Juicio Final.


El monasterio fue abandonado en 1775, cuando los Habsburgo se anexionaron el norte de Moldavia. La comunidad monástica volvió a Voroneţ - ahora monjas- en 1991. 


Menos interesante artísticamente, pero al menos tan populares son los monasterios de Neamt y de Agapia. Ambos de peregrinación.




La iglesia del Monasterio de Neamt está considerada una joya de la arquitectura moldava, construida en el XV, también durante el reinado de Ștefan cel Mare (Esteban III el grande (1457-1504). Se terminó el año en que el ejército moldavo ganó la batalla contra el rey de Polonia (1497). Dedicado a la Ascensión del Señor, tiene una biblioteca con miniaturas, manuscritos e impresos valiosos (unos 18.000 volúmenes), algunos en Oxford, que contribuyeron al desarrollo de la cultura y el arte medievales rumanos. La primera Biblia traducida e impresa en rumano fue la llamada "Biblia de la București", en 1688.




Agapia es uno de los grandes conventos de monjas de Rumania, de entre 300 y 400 monjas. Con un recinto interior con la Iglesia, dependencias y celdas, rodeado en el exterior con casitas. Las monjas se distribuyen en uno u otras según sus ingresos por los trabajos que hacen en los talleres. Hoy es domingo y los talleres están cerrados. La Iglesia luce pinturas barrocas, debidas a Nicolae Grigorescu, que trabajó entre 1858 y 1861, pero no tiene el valor de las iglesias pintadas que hemos visto ayer y hoy.




Cruzaba ya el sol la línea de sombra tras la montaña al oeste del Monasterio de Agapia cuando un grupo de chicas entraba en él. Iban a la oración de la tarde, chicas 'difíciles' que las familias dejan aquí unos cuantos años hasta que puedan volver a casa 'reformadas' u opten por quedarse como monjas.


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