jueves, 31 de octubre de 2024

Arsuaga y Millas presentan su tercer libro

 


Los tres, el presentador y los autores, elevados sobre la tarima, distantes, embutidos en una organización atómica y celular provisional llamada soma, convocados para hablar de la inaprensible consciencia. No he podido acceder al acto, las reservas por invitación se han agotado rápidamente. Me conformo con ver el acto en streaming, a través de la pantalla del televisor. Sus figuras se me aparecen por tanto como agrupaciones de píxeles en un cuadro bidimensional. En las horas anteriores he leído a toda prisa el libro que ahora presentan, la tercera parte de un exitoso proyecto, el diálogo entre un novelista y un científico sobre cómo ha emergido la vida en la Tierra, cómo desaparece y cómo lo pensamos. El novelista crea los dos personajes que dialogan dotándolos de tics, manías y gustos, de modo que el lector los imagine volumétricos rodando por el mundo. El científico, un paleontólogo, toma las figuras del sapiens y el neandertal para partiendo de lo simple acercarse a la complejidad y llegar hasta la autoconsciencia.


Lo relevante de esta trilogía, su éxito, se debe a la facilidad con la que nos hacen comprender conceptos abstractos, la diferenciación específica, las transiciones hacia la complejidad. No es un diálogo entre dos mentes enfrentadas con una mesa mediante llena de libros. Ambos se afeitan, cogen el todoterreno, visitan canteras, centros de investigación y yacimientos, lugares donde los hombres antiguos vivieron o el sapiens desarrolla su vida, disfrutan de espectáculos, de la gastronomía, comentan los libros que les parecen más relevantes. La trilogía se parece mucho a una road movie, un viaje, en paralelo a la evolución de la vida, hasta llegar al homo sapiens, en el que cada etapa deslinda un concepto y lo hace comprensible. 




Es difícil saber quién de los dos es el habilidoso. El personaje Arsuaga no vacila, con el compás de un metrónomo proyecta en el lector la imagen exacta de lo que la ciencia ha descrito sobre un fenómeno y de un manotazo aparta lo que un científico no puede abordar. El personaje Millás, quejoso, hipocondríaco y burlón, hace las preguntas y transcribe, o eso supone el lector, pues escribe en primera persona. Haciendo de científico duro el uno y de humanista blando el otro, según la jerga del libro. Y el lector cree haber comprendido. 


Cuando el objeto libro es bueno se independiza de sus autores. La conversación es entonces entre las páginas del libro y la mente del lector. La lectura es un acto singular donde el lector se reencuentra consigo, viéndose bajo una nueva luz. Las presentaciones de libros suelen ser decepcionantes porque no suelen corresponderse con lo que el lector ha imaginado. No comparecen los personajes, sino las figuras de carne y hueso de los escritores - o en su forma de píxeles agrupados-, con la variante anímica del momento, dubitativos, engreídos, adormilados. Tampoco suele comparecer el lector en esos actos, sino el admirador entregado que busca ver su nombre escrito junto al del autor en la primera página del libro, como si el autor le debiera esa cortesía.

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