viernes, 6 de septiembre de 2024

Libre, de Lea Ypi

 



Libre, de Lea Ypi , tiene dos partes y un punto de vista. La primera discurre por la infancia de la autora y un paisaje extraño, el de la dictadura inverosímil de Enver Hoxa en Albania. Hubo un tiempo en que el fascismo derrotado en la guerra se prolongó, en frase de Susan Sontag, en forma de comunismo durante décadas. Los fascistas residuales que no habían huido a Sudamérica se escondieron en la vida civil, algunos como funcionarios de las nuevas democracias europeas. Sin embargo, los militantes comunistas o los compañeros de viaje nunca se avergonzaron de los crímenes que se cometieron en nombre de la hermosa utopía política del comunismo en que tantos creyeron. Aunque parezca mentira todavía los sigue habiendo.


Lea Ypi solo tenía 11 años en 1990 cuando el régimen cayó. Lo que recuerda no es dramático porque un niño, una niña, abre los ojos a un mundo que para él es lo normal. Solo por inferencias puede el lector hacerse una idea de cómo vivían los adultos bajo un régimen de escasez y opresión. La familia de Lea Ypi procedía de altos cargos del régimen anterior, por tanto vivía con más estrecheces y a ocultas. Vemos por tanto, él posestalinismo de Enver Hoxa templado por la distancia y por una mirada infantil que no tiene con qué comparar.


El drama surge cuando las élites, en parte procedentes del posestalinismo y en parte surgidas en la nueva etapa de transición, chocan en dos facciones rivales que quieren apoderarse del poder, socialistas y liberales en trazo grueso. En muchos países esa lucha fue armada, violenta, mafias que se apoderaban de las industrias estatales, convirtiéndose en partidos políticos cuando tomaban el poder. El momento culminante en forma de guerra civil fue el año 1997 cuando murieron unas 5000 personas. La familia de de Lea Ypi se partió por la mitad: el padre se puso del lado de los socialistas y la madre de los liberales. Esta huyó con su hijo a Italia. Lea se quedó en Tirana. En cuanto pudo cruzó el Adriático y más tarde voló a Londres donde se convirtió en profesora y analista del London School of Economics.


Desde esa posición privilegiada echa mano de los recuerdos para contarnos su infancia y después para narrar la transición de su país. En el epílogo de este libro intenta establecer un equilibrio entre la posición de su padre y la de su madre, entre la pulsión estatista y la liberal, sin mucha esperanza para su país, pues reconoce que desde la guerra civil no ha vuelto. Literariamente se mueve entre la narración de la infancia perdida y el análisis adulto del sueño democrático.


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