miércoles, 7 de agosto de 2024

'Romances' con hombres mayores

 


Maureen Dowd, en un artículo que escribía en el New York Times, el 19 de mayo 1999, unía el caso de Mónica Lewinski con el de Joyce Maynard, la primera becaria del presidente Clinton, la segunda amante de JD Salinger. Esta última estaba vendiendo en Sotheby's las cartas de un romance con el escritor que duró nueve meses. Se llevaban 34 años: 53 frente a 18. Lo titulaba: "Libertades: las mujeres sanguijuelas enamoradas (Liberties; leech Woman in Love!)". Decía:


"A lo largo de las épocas oscuras del patriarcado triunfante, las mujeres han sido cómplices en el intercambio de belleza y sexo por riqueza y estatus. Estas dos depredadoras altamente calificadas continúan tratando de extraer el estrellato de viejas historias de amor que no solo fueron breves e infantiles, sino también sexualmente retorcidas. Quieren ganar la inmortalidad y mucho dinero, alimentándose de los detritus de sus tristes citas con hombres mayores y famosos"... "Si fueran organismos microscópicos, los llamaríamos parásitos. Son peores que los trepadores sociales. Son trepadores sexuales".


Maureen Dowd se refería en su artículo a un póster, que acababa de ver, de una vieja película de terror de 1959, titulada La mujer sanguijuela, con esta leyenda: "¡LA MUJER SANGUIJUELA! ¡Ella drena a los hombres de su amor y de sus vidas!"). Y seguía:


Esta raza de monstruos femeninos está volviendo de forma alarmante. Las hembras sanguijuelas están por todas partes. Está la sanguijuela de la generación de los baby boomers, la exhibicionista infatigable Joyce Maynard, que ha pedido a Sotheby's que subaste 14 cartas románticas que J. D. Salinger le escribió en 1972 y 1973. El escritor con fobia a la publicidad ha sido el blanco de la sanguijuela de la Sra. Maynard durante bastante tiempo.


Luego está la sanguijuela de la generación X, la exhibicionista infatigable Monica Lewinsky, que insiste, a pesar de toda su supuesta humillación, en no irse. El objeto de su sanguijuela, que probablemente también durará bastante tiempo, es el presidente con fobia a la privacidad.

 



Unos años después, Maureen Dowd, en 2018, en el miso periódico (Bill’s Belated #MeToo Moment) escribía a propósito del libro que Mónica Lewinski acababa de publicar sobre su relación con el presidente Clinton:


Tuvieron que pasar 20 años para que Bill Clinton fuera debidamente avergonzado públicamente por el desagradable acuerdo que estaba en el centro de la operación Clinton...

Su esposa y otras feministas prominentes apoyaron a Bill en ese entonces, y él y Hillary siempre tuvieron secuaces dispuestos a desprestigiar a las novias y víctimas de Bill, tildándolas de basura, de lunáticas y de promiscuas (pensemos en cómo la sala de guerra de Clinton habría convertido a Giuliani en Stormy Daniels en aquellos días). Las feministas [como Gloria Steinem] miraron para otro lado cuando los sicarios de Hillary conspiraron para pintar a Lewinsky como una acosadora maliciosa o una fantasiosa amistosa.


La diferencia de poder entre una pasante del 22 años y un jefe de 49 años hace que cualquier relación sexual sea incorrecta. Y si a eso le sumas el hecho de que él fuera presidente, el padre de la patria , que además actúa in loco parentis para los empleados más jóvenes de la Casa Blanca, es un abuso de poder imperdonable... Como escribió (Mónica lewinsky) en un elocuente artículo de Vanity Fair en marzo: "Empiezo a pensar que en tal circunstancia, la idea de que hubo consentimiento bien podría volverse irrelevante”.


El asunto lo comenta Olivier Roy en su libro L'aplatissement du monde: "¿Cómo puede pasarse de sanguijuela a víctima en 20 años? Olivier Roy no acusa a Maureen Dowd de cambiar de opinión, cree que en una y otra ocasión ha sido sincera, simplemente han cambiado la referencias culturales, más que eso se ha producido un cambio de paradigma.


"Así pues, aquí están los hechos, que eran tan claros hace 20 años como lo son ahora", escribía en su artículo de 2018 Maureen Dowd, pero la percepción, con el movimiento #MeToo, había dado un giro radical. No solo ha cambiado la percepción de los hechos y de las conductas: ¿quién está hoy en España en contra del matrimonio homosexual?, el cambio se ha materializado en las leyes: en Irlanda la prohibición del aborto fue inscrita en la Constitución en 1983 con el 63% de los votos, una generación después, en 2018, la libertad de abortar fue votada por una mayoría equivalente. En California, el matrimonio homosexual fue rechazado en 2008 por referéndum, pero restablecido por la justicia en 2013 y convalidado por la Corte Suprema, de mayoría republicana, en 2015.



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