miércoles, 31 de julio de 2024

Pájaros

 



De vez en cuando veo clásicos, pero antepongo las series y las películas actuales esperando que me desvelen algo, algún aspecto de la vida que vivimos. Pájaros, una película a la que los críticos elogian (Amazon Prime). Un hombre contrata a otro para que lo lleve como chófer del Cabanyal valenciano a la Constanza rumana, en la desembocadura del Danubio. Para que quede constancia de que lo que vemos es una road movie, se va nominando y puntuando cada lugar por el que pasan: la multiculturalidad mediterránea en ese barrio de Valencia, la armonía musical catalana, el viñedo francés, la urbanitas turinesa, el malentendido de las lenguas con fondo esloveno, la tolerancia entre religiones y pueblos en una boda húngara con música klezmer, la complicidad con unos guardias de frontera rumanos.


Si uno está viendo una road movie uno espera que los protagonistas evolucionen en el viaje, que saquen a la luz aquello que su apariencia oculta, la evolución de gruñones desabridos a algodonosos peluches, de torpes introvertidos a desenvueltos alegres. Nada de eso sucede o muy torpemente. El guion es un traje de fuerza construido con fórceps. Había que atender a las leyes del género, ser fieles a las consignas o tópicos de época, la nuestra, generosos con el paisaje, amables con nuestros vecinos: vamos a llevarnos bien. Si el guion está encorsetado por el género, si las localizaciones no dan para más, si el presupuesto está contenido, confiemos en los actores. Dos grandes sobre el papel: Javier Gutiérrez y Luis Zahera, también una italiana, de característica. El primero, a falta de papel, agudiza su tendencia al histrionismo; el segundo está ausente, como si no hubiese encontrado un lugar en la película.


Hay escenas que tienden de la comicidad, o de la empática tolerancia, al patetismo: la congregación musical catalana, la boda klezmer en la comunidad judía, el guiño futbolístico en la frontera rumana. Uno se tapa los ojos de vergüenza. No solo viendo la película, peor después, leyendo lo que de ella han escrito los críticos, como si su función principal fuese sentar a los espectadores delante de películas y series, sean cuales sean, valgan lo que valgan, y elogiar siempre, siempre, como si respondiesen a una orden de obligado cumplimiento, a todas las producciones españolas.


¿Por qué se llama Pájaros la película? Por una leve excusa, porque el personaje de Zahera tiene como afición ver grullas: las grullas de la Albufera y las grullas de Danubio que aparecen a lo lejos.



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