miércoles, 17 de abril de 2024

Fallout

 



Leí con mucho interés, por las explicaciones científicas que aparejaba, El problema de los tres cuerpos, de Liu Cixin: un sistema planetario con tres soles y, luego, el asunto de mandar señales al espacio sin saber la catadura de quien las iba a captar -qué haría con ellas: si se pueden contar 100 planetas parecidos a la Tierra por cada grano de arena, dónde está todo el mundo, escribía Tim Urban, ¿el universo es un lugar oscuro lleno de predadores a la espera? Pero de la serie de Netflix, tan publicitada, mi interés no ha persistido más allá de los tres primeros episodios. Hay una versión China que parece que es mejor, pero quién se engancha a algo que dura 48 episodios.


Sin embargo, otra serie por la que no daba un chavo me ha enganchado. La posapocalíptica Fallout (Amazon Prime) está basada en un videojuego. 200 años después de una guerra nuclear, la Tierra es un erial -el yermo, le dicen. Hay supervivientes bajo tierra distribuidos en refugios que funcionan como clanes guerreros al estilo medieval. También los hay en la superficie desértica. La estética de la serie se nutre de la memoria visual cada vez más amplia, de Mad Max a El Cid, de las pelis de Ridley Scott a Westworld, no en vano los creadores de esta son también los productores de Fallout, una combinación de tecnobrutos y la escenografía adusta de las épocas de supervivencia. No es original pero llama la atención la combinatoria: humor con sarcasmo, terror fantástico, violencia sin mesura, música de los años 30/50 y mucho taller e imaginación para crear personajes raros. Es seguro que en las siguientes temporadas, que las habrá, sucederá como en Westworld, la serie se irá degradando poco a poco hasta la insignificancia y el aburrimiento.



No hay comentarios: