jueves, 4 de abril de 2024

Kairós

 



Si echamos la vista atrás, vemos cuántas veces escogimos en una bifurcación el camino equivocado. Erramos la ocasión de ser mejor de lo que somos, de no haber atrapado las uvas de la felicidad por falta de estatura. Nos recriminamos la falta de coraje. Entonces miramos hacia adelante y nos hacemos creer que en la próxima seremos más valientes. Pero las ocasiones no se repiten o lo hacen de forma insospechada. Pasa el tiempo y volvemos a constatar que otra vez dejamos pasar la ocasión. Aunque a menudo no son ocasiones, sino ilusiones, aspirábamos a un fruto que no era nuestro, soñábamos con una perfección que no existe ni existió. La vida pasiva termina venciéndonos. Y así pasan los días.


¿No era San Anselmo quien decía que el que no los veamos es prueba de la existencia de los ángeles? Lo mismo sucede con las ocasiones perdidas, nuestro deseo nos hace creer que las hubo. Ponemos sufrimiento donde no lo hubo y felicidad donde tampoco, así como recreamos una promesa que nunca existió.


Es tan duro como insensato aplicar la matemática a la vida. Lo posible. Si tasamos la felicidad en el justo medio, cómo saber si nos pasamos o nos quedamos cortos. Probablemente nos condenaremos a una vida chata. Si somos osados, nos llevaremos unos cuantos golpes, si no lo somos nunca sobremos cuán cerca de la plenitud hemos estado.


"Nada merece la pena si no se comparte con alguien", le dice el personaje de Robert Mitchum al de Jane Greer, en Retorno al pasado. Esa es una de las pocas verdades a tener en cuenta.

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Musik

Heart (Ann Wilson):  Ooh, it makes me wonder (Starway to heaven. Led Zeppelin).



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