domingo, 7 de abril de 2024

A la emoción a través del azar

 

Foto encontrada en Twitter 

Imaginemos que en la final de Copa en la Cartuja de Sevilla juegan el PP y el PSOE. Un partido muy igualado que llega a la prórroga sin dar un ganador. En los penaltis, uno de los dos se impone. Mero azar, pues los penaltis son como una moneda al aire. El ganador grita, se tiran al césped los jugadores abrazándose en montonera, ruge la mitad del estadio. Seguidores y militantes del ganador mean de alegría los barriles de cerveza ingerida previamente. Hacen pintadas en las sedes del perdedor insultándolo despreciándolo proclamando su superioridad. En el deporte el mérito es sustituido por la suerte, la frialdad analítica por la rabiosa emoción, salvo que los millonarios presupuestos de los equipos apoyados por petrodólares, la especulación financiera o la corrupción decanten a su favor el inextricable azar.


Nos ofendería que nos gobernase el azar. En una discusión racional abominamos de las emociones como motor de gobierno; damos por sentado que los gobiernos anteponen el interés general, imbuidos de análisis racional. Los sentimientos y las pasiones los confinamos en las áreas privadas que, vistas con distancia, a menudo denominamos vicios. Y sin embargo, es así como nos gobiernan, despreciando al adversario, alentando nuestra superioridad de parte, nacional, racial o cultural, tras haber obtenido el poder en los penaltis.


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La calidad moral del cura Paco se muestra por comparación. Llegó a la Silla de San Pedro tras la renuncia de un Papa que consideró no estar en condiciones de ostentar la máxima Magistratura de la Iglesia. Con la salud precaria, en condiciones parecidas a la de Ratzinger, el cura Paco no sigue el ejemplo de su antecesor.



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