Carlo M. Cipolla fue un conocido historiador del área económica. Yo lo estudié en Pedralbes, en la facultad. No sé si sus libros siguen entre las lecturas de los estudiantes. No han dejado de leerse dos divertidos opúsculos donde Cipolla trata con humor -salva con claridad el humor por encima de la ironía- dos asuntos muy diferentes. En El papel de las especies (y de la pimienta en particular) en el desarrollo económico de la Edad Media', a partir de las necesidades de Occidente de la pimienta, utilizando fórmulas aparentemente serias de los estudios de historia económica, traza una línea causal, haciendo verosímil lo absurdo, que lleva de la caída del Imperio Romano al fin de la Edad Media y el comienzo del Renacimiento.
El segundo opúsculo es mucho más conocido: 'Las leyes fundamentales de la estupidez humana'. Cipolla divide a la humanidad en cuatro categorías, según el daño/bien que causan en su conjunto: ingenuos, inteligentes, malvados y estúpidos. Por supuesto, son los estúpidos los que ocasionan el mayor mal porque no solo hacen daño a los demás sino también a sí mismos. En la primera ley establece que subestimamos el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo. Luego asegura que la persona estúpida es la persona más peligrosa que existe y, por supuesto el estúpido es más peligroso que el malvado. Cipolla establece gráficas donde quiere demostrar sus leyes.
En la figura 3 no solo establece el cuadrante donde se sitúan los estúpidos sino también la diagonal que separa los distintos grados de estupidez en todos los cuadrantes salvo en el de los inteligentes.
Un delicioso libro que conviene leer o volver a hacerlo para no olvidar el número de estúpidos que nos rodean y cuán grande es su poder.
La lectura completaría sus frutos si va uno de inmediato a la obra de Flaubert "Contra la estupidez, la injusticia y la crueldad de los hombres", es decir, su última e inacabada obra, Bouvard et Pecuchet, porque ambos amigos, tras un encuentro casual y una afortunada e inesperada herencia, deciden dejar atrás unas vidas aburridas y funcionariales, y entregar su vida a diversos y sucesivos oficios para ver cuál de ellos es el más provechoso; cada uno les decepcionará, comprenderán la inutilidad de los afanes humanos, pero no por ello dejarán de perseverar en el intento.
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