Jornada de relax en Matalascañas.
Por la mañana probando el agua fría del Atlántico. La sorpresa ha llegado cuando, bordeando la playa del Parque de Doñana, hemos visto las arenas revestidas de color negro durante varios kilómetros, probablemente, hemos pensado, debido a que algún petrolero ha estado limpiando en altamar sus tanques y toda la porquería ha llegado hasta aquí. Decenas de hombres y mujeres, quizá atraídos aquí por el IMSERSO, paseaban por la playa sucia. He enviado fotos a distintos medios de comunicación pero ninguno me ha hecho caso.
Más tarde he leído que el fenómeno se debe a afloramientos que se producen de vez en cuando relacionados con la estructura sedimentaria marítima y lacustre de la zona este de Matalascañas, en sus límites con el Parque Nacional de Doñana, un fenómeno que tiene miles de años de antigüedad y no, no está relacionado con vertidos ilegales.
Por la tarde, visitamos el Parque Dunar donde las dunas no son tan grandes como la del Pilat de Burdeos pero sí impresionantes, cubiertas por un bosque de pinos. Parte de la urbanización de Matalascañas está construida sobre dunas, en época donde al patrimonio natural no se le prestaba la debida atención.
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