Cumplida la primera del viaje, de Madrid a Guadalupe, ahora iniciamos el que va de Guadalupe a la Virgen del Rocío. Nos hemos temido lo peor. Llovía. Durante la noche oíamos el repicar de la lluvia en los tejados. Durante el primer tercio, que incluía una subida no muy intensa y una bajada más larga, nos ha acompañado una lluvia fina. Así hasta Madrigalejo. En esta ciudad nos enteramos de que aquí murió y firmó su testamento Fernando el Católico. Después ha llovido a ratos y a ratos ha escampado, poniéndonos el impermeable y quitándonoslo.
Hemos recorrido una zona de dehesas y encinares, hemos visto una mangosta, aves y rapaces, un corzo al que había atropellado un coche y del que habían comenzado a dar cuenta los carroñeros; hemos visto embalses y el campo verde; hemos recorrido a través de la carretera adyacente los canales del Guadiana: el de las Dehesas, el de Madrigalejo y el de Orellana. Hemos tenido que salir de la carretera y entrar en un camino embarrado: al llegar a la primera gasolinera nos hemos puesto debajo de una manguera a presión junto a la bici.
Por fin, siguiendo otra carretera, junto a otro canal, hemos llegado a nuestro destino Don Benito. No hemos podido ver el centro del pueblo porque está en obras pero hemos parado en un hostal -El Paraíso- con habitaciones espaciosas y buena comida. Al final ha sido un bonito día, con muy poco tráfico, una sorprendente Extremadura verde y con abundante agua en embalses y canales. 90 kms.
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