miércoles, 22 de septiembre de 2021

Condena (Time)

 



Si alguien decidiese hacer de nosotros una biografía nos seguiría allá donde fuésemos destacándonos del contexto en que a lo largo de nuestros días y vida nos vamos mostrando. Sería la biografía de un hombre común. Nada que ver con un guerrero un príncipe o un emperador, un psicópata o un narciso, de quienes sus narradores o guionistas nunca dudan pues los muestran de una pieza. La diferencia es que todos esos personajes definen o crean el contexto a su alrededor, en cambio el hombre común está a su merced, es el contexto el que le pone a prueba, determina sus actos su carácter. Eso sucede cuando un hombre una vida se convierte en narración. Si la vida de un hombre no se cuenta, si alguien pudiese observarla en continuidad sin cortes y selección de actos y contextos carecería de sentido, sería tan banal que no merecería ser contada y se perdería en el humo que sale de las piras o en el polvo en que se disuelven la totalidad -o casi- de las vidas.


Así lo han entendido el director y el guionista de Condena (Time) miniserie de la BBC en tres partes, de este año, que se puede ver en Movistar. A un hombre se le condena a cuatro años de prisión tras el atropello mortal de un ciclista. De ello nos iremos enterando en breves insertos que aparecen a lo largo de los tres capítulos. Lo que importa es cómo se enfrenta ese hombre, un profesor de una familia común, esposo, padre e hijo, a una situación nueva para él. La justicia y la institución carcelaria tienen sus reglas, generales inflexibles. Los funcionarios las aplican. Los presos tiene sus códigos. Hay de todo en una cárcel, psicópatas malhechores enfermos mentales, fuertes y débiles. Un contexto parcelado restringido para que aparezcan destacados en detalle distintos tipos de caracteres: un funcionario honrado y buen padre que se ve obligado a corromperse, un malvado frío como un témpano que conoce la debilidad de los hombres y se aprovecha de ella, una monja que ayuda, presos a los que la cárcel no rehabilita sino que destruye. Un hombre cualquiera puesto en una situación como esa parecería condenado a la destrucción. Si seguimos viendo la serie después de las primeras imágenes es porque en la lóbrega noche hay algunas luces. Una narración que reflejase la maldad absoluta y la desesperanza sería insoportable.


También cuentan los actores, los británicos son insuperables. Sean Bean es el profesor alcohólico que una noche mata a un ciclista, asume lo que ha hecho, inconsolable acepta su culpa por el dolor causado, un fondo de moral católica le ayuda a sobreponerse a la maldad que impera en la cárcel y que al final le redime. Stephen Graham es el funcionario firme y comprensivo padre que para poner a salvo de la violencia a su hijo, que cumple corta condena, acepta el chantaje de un malvado, consciente de las consecuencias. James Nelson-Joyce es el frío calculador de la resistencia moral de un hombre sometido a presión irresistible, también de las fallas de las instituciones que lo mantienen a salvo. Lewis Arnold y Jimmy McGovern son los finos creadores de esta tan breve como magnífica miniserie.



No hay comentarios: