Nuestra franja de comprensión es limitada, apenas una breve zona en el espectro. A solas comprendemos algunas cosas y estiramos más allá del límite la fantasía. El negocio humano es un pequeño mercado de emociones con mucho colorido y fuertes sabores. Excesivamente pendientes de la imagen que creemos que los demás se forjan de nosotros. Eso somos, imagen reflejada. Seres solitarios necesitados de calor. El grupo nos arropa, no todos los grupos del mismo modo, unos tienden hacia el rojo y otros hacia el azul en la gama del espectro, proximidad y lejanía. La soledad es tóxica como lo es el grupo. Es compleja sabiduría discernir cuánta soledad necesita un hombre y cuánta compañía. Hay grupos físicos y grupos mentales, les diferencia la gimnástica, un diferente adiestramiento para pertenecer y para mantenerse al margen. Todo grupo se constituye con mezcla de realidad y fantasía hasta ser desbordado por una u otra. A algunos les desborda tanto que no pueden interferir con otros grupos humanos porque saltarían chispas: odio y sangre. Pero la agrupación humana es diversa y genera puntos de coincidencia. En un grupo uno comprende cosas que en otro grupo no comprendería y por contraste sabe qué cosas ha de rechazar. Frecuentando a grupos diversos aprende uno a calibrar el instrumento, a ampliar la franja del espectro. El espectro de la comprensión, del entendimiento del mundo. Nos son dados unos pocos instrumentos y un gran abismo. Un abismo que se multiplica y ensancha cuanto más grande es la comprensión. Es humano entender, no conformarse. Hay un entendimiento último, el insondable abismo dónde nos disolveremos. Es inhumano no aceptarlo, no querer saberlo. Un grupo exclusivo nos ayuda en una u otra dirección pero nos deshumaniza. Otra opción sin más es sumar colores sabores el cálido abrazo. También insuficiente.
Mézclate, convive con los distintos a ti, incluso con los opuestos, aprende afina el instrumento que cada uno te da de modo que cuando bordees el abismo a punto de caer en él tu comprensión se haya ensanchado tanto que lo sepas: nadie te acompañará, fuiste hasta donde alcanzó tu voluntad, que no te arrepientas de no haber recorrido los caminos que estaban al alcance de tus pies, algunos solo, otros en buena compañía.
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