martes, 19 de enero de 2021

La política como guerra

 


Hay quien juega a la política como si fuera la guerra. Tratan de enemigos a sus adversarios políticos, siguiendo la dualidad amigo/enemigo del politólogo pronazi Carl Schmitt. Así, los herederos políticos de los etarras y los secesionistas catalanes son amigos y los partidos, votantes y militantes de centroderecha y derecha enemigos. Y se quedan tan panchos, como si hubieran descubierto el Ganges de la organización social. Como si fuese un juego. En el comienzo de Un verdor terrible, de Benjamín Labatut, hay unas paginas aterradoras sobre las consecuencias de concebir la guerra como la continuación de la política (Carl von Clausewitz).


Una ola de suicidios arrasó Alemania en los meses finales de la guerra. Solo en abril de 1945, tres mil ochocientas personas se mataron en Berlín. Los habitantes del pequeño pueblo de Demmin, ubicado al norte de la capital, a unas tres horas de distancia, cayeron en un pánico colectivo cuando las tropas alemanas en retirada dinamitaron los puentes que conectaban el pueblo con el resto del país, quedando atrapados por los tres ríos que cercaban aquella península, indefensos ante la crueldad del Ejército Rojo. Cientos de hombres, mujeres y niños se quitaron la vida en tan solo tres días. Familias completas entraron caminando a las aguas del Tollense amarradas con una cuerda alrededor de sus cinturas, como si fuesen a jugar un espantoso tira y afloja, con los niños más pequeños cargando rocas en sus mochilas de colegio. El caos llegó a tal punto que las tropas rusas –que hasta ese momento se habían dedicado a saquear las casas del pueblo, quemar los edificios y violar a las mujeres– recibieron órdenes de contener la epidemia de suicidios; en tres ocasiones distintas tuvieron que rescatar a una mujer que intentaba colgarse de una de las ramas del gigantesco roble que crecía en su jardín, entre cuyas raíces ya había enterrado a sus tres hijos, luego de haber espolvoreado sus galletitas –un último deleite– con veneno para ratas; la mujer sobrevivió, pero los soldados no pudieron evitar que una niña se desangrara después de abrir sus venas con la misma navaja que había usado para cortar las muñecas de sus padres”.


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