jueves, 15 de octubre de 2020

La edad de oro, de Wang Xiaobo

 



Tenía el presentimiento de que tarde o temprano acabaría también por aburrirme de hacerlo. Por eso, cada vez que tenía ganas preguntaba: ‘Se dice que los matrimonios platican de moral de alcoba, pero nosotros estamos lejos de comportarnos con moralidad. ¿Le apetece platicar sobre la gran amistad, señorita?’, a lo que ella respondía: ‘Vale, ¿Platicamos por delante o por detrás?’. Me acuerdo de una vez que decidimos platicar por detrás junto al campo. Extendió la ropa sobre el suelo, se puso a cuatro patas como una yegua y a continuación me espeto: ‘Date prisa que luego tengo que ir a pinchar al tío Liu’.

Como todo esto también lo incluí en la confesión, los dirigentes me pidieron que explicara:

1. Qué significaba platicar de moral de alcoba

2. Qué significaba platicar sobre la gran amistad

3. Qué era eso de platicar por delante o por detrás.

En adelante déjate de metáforas y dedícate a describir los hechos simplemente tal y como ocurrieron’, dijeron cuando se lo hubiera aclarado”.


Cuando Wang Xiaobo murió en 1997, a los 45 años, dejó un montón de novelas y ensayos sin publicar. La fama relativa le llegó después de muerto. Sus novelas son como ramas del árbol de la vida, de su vida agrupadas en edades: la de oro, la de plata y la de bronce, a las que luego añadió, en su etapa más pesimista, la del hierro negro. Cada una de esas ramas, a su vez, de divide en otras. Esta novela que acabo de leer, por el nombre se puede deducir que pertenece a su mejor época, a la más optimista, que, sin embargo, coincidió con su época de reeducación cuando siendo estudiante lo llevaron al campo, en Yunnan. Xiaobo noveliza los días de la revolución cultural, a finales de los sesenta. Aparece en el personaje de Wang Er, un joven que sabe arreglar relojes, cuya función en el campo es la de ocuparse de cuidar cerdos y búfalos en la brigada de trabajo. En la mayor parte del relato Wang está empalmado, una erección inmisericorde. Allí conoce a la médico de la brigada, Chen Quingyang, a la que todo el mundo considera una golfa por ser guapa y despreocupada. Ambos se declaran muy amigos y terminan por convertir la amistas en encuentros sexuales adúlteros, porque Chen está casada. Escapan a las montañas un par de meses y a la vuelta les obligan a confesar su perversión. Una y otra vez rehacen la confesión porque la brigada no queda nunca satisfecha. Además, son sometidos a públicas humillaciones. Muchos años después, cuando ya están en Pekín, se encuentran casualmente en un parque, Chen le declara que se enamoró de él, pero aún así no deciden vivir juntos. Chen Quingyang, antes de despedirse, añade una confesión filosófica: “la vida consistía en ser destruido poco a poco, y sólo cuando se comprendía esa verdad era posible enfrentarse al mundo en paz”.


La novela está escrita con humor, con humor negro, imponiendo por encima del mundo opresivo y bárbaro de la revolución cultural una relación sexual liberadora, la práctica de la gran amistad, según el código que han establecido entre ellos.


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