Viendo esta película, Amanda (2018, no sé si se llegó a estrenar en España, ahora se ve en Filmin) he pensado en los chicos y los señores y señoras de Bildu rodilla en tierra hace unos días. Amanda es una niña de 7 años que se queda sin madre. Un atentado terrorista siega su vida y la de muchos otros, una tarde en un parque de París. Los guionistas y el director podían haber reconstruido el atentado de la sala Bataclán, pero prefirieron un parque. La película nos muestra la sorpresa del protagonista, tío de Amanda, cuando llega a ese parque por casualidad y ve los cuerpos ensangrentados por el suelo. Hay la mirada de horror y el silencio. No se habla de los asesinos más que de pasada, en un informativo televisivo al fondo de la sala de estar. Aparecen y hablan, sin embargo, unas cuantas víctimas relacionadas con el protagonista. También se muestra el desorden vital que provoca el atentado mortífero. No se reflexiona sobre terrorismo, tan solo se muestra la alteración vital, el dolor, la destrucción, la madre de Amanda que desaparece para siempre, la novia reciente de David, profesora de piano, que pierde un brazo y ha de volver a casa de su madre en provincias porque no puede seguir ganándose la vida como solía, un amigo de David, que a duras penas puede sostenerse con muletas. Los personajes, y entre todos Amanada, no se quejan, no tratan de entender, no juzgan, no piden nada, están abatidos, lloran, tratan de ayudarse entre ellos. David, con la ayuda de una tía, se hace cargo de Amanda y se convierte en su tutor.
Esta película hace lo contrario de lo que hacen los periódicos (y una parte de los políticos) no busca porqués, no trata de entender el contexto de la violencia, no convierte los asesinatos y la violencia en política, muestra las vidas rotas. En el País Vasco las víctimas están desaparecidas, ocultadas o casi, solo se les tiene en cuenta en algunas ceremonias oficiales en el Parlamento, en días precisos. En el País Vasco quienes ocupan las cabeceras de los informativos son los asesinos o quienes les apoyan o comprenden. En el sistema mediático político los nacionalistas, moderados y radicales, ocupan la mayor parte del tiempo. En las próximas elecciones unos y otros alcanzarán el primero y el segundo puesto con gran diferencia con respecto a los demás. Si hay un partido que apoya con claridad a las víctimas no es del agrado de la población.
El surrealismo fue un movimiento artístico que floreció en los años 20 y 30 del siglo pasado. Quería expresar lo que de irracional hay en la conducta humana, desinteresándose por las manifestaciones racionales. Los artistas se dejaban llevar por lo que aparecía en su imaginación impulsada por fuerzas psíquicas que la razón no controla. Pues bien, parece que en este país, muchas décadas después, hemos descubierto que el surrealismo en el mejor sistema para ordenar la vida pública e incluso como la mejor forma de gobierno. Los chicos y los señores y señoras de Bildu se apoderan del símbolo de la rodilla en tierra para mostrar su superioridad moral contra el racismo. ¿Quiénes son los antirracistas en el País Vasco? Está claro que los partidos que apoyaron a las víctimas de ETA. Nadie les ha dicho que lo que hicieron estuvo mal. No sólo no les han dicho que no son bienvenidos a la política y que deben disolverse sino que el partido del gobierno de España pacta con ellos en ayuntamientos, en la Comunidad de Navarra y en el Parlamento de Madrid. Surrealismo. Carece de sentido cualquier apelación a la razón. No sólo en los pactos con Bildu, la política entera de este país es surrealista.
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