P. ¿Por qué Portugal, un país perfectamente equiparable al nuestro, tiene unos datos tan buenos?
R. Portugal paró antes. Venía del este y ellos están un poco más al oeste y entonces pudieron parar un poco antes.
La comedia se titula No hay plan B. Tampoco que tengamos noticia, plan A. Tenemos a los vecchi ocupando la primera fila del escenario. A Trump,
Bolsonaro y López Obrador,
no se
les
puede
sustituir
en
sus papeles de
Il
Dottore, Matamore
y Pantaleone
como
personajes de
la
Comedia del arte,
por otros, aunque haya tantos deseosos
de
reemplazarlos. Lo de matar bichos
con lejía, no lo mejorarían los Monthy Pyton.
Cada
día en portada, memorables
cabezones valdrían igualmente
para
los gigantillos de las fiestas populares. Tenemos
las situaciones (Obrador
saltándose las vallas para besar sin pausa), y
la mitad de los diálogos construidos, hasta
los figurinistas tendrían el trabajo medio hecho.
Hasta
tenemos trompadas de humor negro: los
ataúdes de cartón o los cuerpos amontonados en las furgonetas de
reparto,
ambas en la tecnológica Nueva York. Y un montón
de
actores de
carácter,
en los que no nos fijamos tanto, pero que construyen escenas
impensables en la mente del guionista más atrevido: Duterte
disparando a los filipinos que incumplen el confinamiento, Salvini
haciendo ver a los italianos lo que les espera con su máscara a lo Hannibal Lecter y patriotas
armados hasta los dientes asaltando el Capitolio de Michigan.
En
el solar patrio, los caracteres principales están tan
definidos
que
resultan aburridos. Tenemos
al Narciso, un carácter tan fijo que el guionista tendría
dificultades para encajarlo en escenas que
requieran
flexibilidad
e interactuación;
tenemos al viajero del tren en dirección a la Estación Finlandia,
bajando
en cada parada para cambiar de compañera, convencido
de que
la
ocasión
la
pintan calva; tenemos al opositor improbable que, al contrario que el
anterior prefiere
a
la épica la charlotada (inenarrable
la foto que hizo correr de su pose ante el espejo).
Y luego tenemos una flotilla de secundarios, que
tampoco darán mucho juego a los guionistas porque se lo dan todo
hecho. La sobrexcitada del Ifema, exhibiendo su gran obra (que lo es); el indepe que llama a las armas,
con esa
pose de Capitán
Fracassa
que ni el mejor caricaturista conseguiría mejorar;
el ministro gay, que
buen Stenterello,
que cada día ha de demuestrase a sí mismo que
es
el más duro de los gobernadores de interior; o el ministro
comunista, Brighella,
que descubre que si se paran los juegos
y máquinas de azar la recaudación de impuestos va
a la
baja; hasta un Coviello se ha descubierto estos días, uno que va dejando tiradas a sus conquistas, y le ríen las gracias. Hoy hemos descubierto a una cómica inesperada, una ministra que ya se
anunciaba dura y
perdonavidas
con cualquiera, dispuesta
a quitarle el puesto de Tartaglia
a
su compañera Montero, y
que en una maravillosa entrevista ofrece unas salidas
que piden el rescate de una vieja revista de humor, Hermano
Lobo.
Una
muestra:
“Tenían información sobre cómo estábamos haciendo las cosas aunque no tenían el texto” [Los presidentes autonómicos]
“La coalición de Gobierno es sólida y el respaldo social está ahí. Yo no tengo la sensación de que haya desfallecimiento”.
“Incluso en algunos países del mundo han tenido a sus líderes recomendando beber lejía. Creo que hemos estado en la gama alta de éxito y en la gama baja de errores”.
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