Joyce
se siente una estúpida cuando sale de la librería. Tarda en
calmarse y solo al
paso de las horas ve todo el episodio como parte de una historia que
podría contar a alguien. A Matt, quizá. Se ha sentido ridícula al
entregar la caja de bombones a la dependienta, mientas Christie
O’Dell firmaba el libro sin reconocerla. ¿No la ha reconocido, de
verdad? Joyce
había
comprado el libro porque Christie había acudido a la fiesta del 65
cumpleaños de Matt. No le había caído nada bien, con aquel aire de
mujer desentendida, y como agraviada, del resto de personas de la
fiesta. Supo que era la mujer de un amigo de Tommy, uno de los hijos
de Matt. Supo que acababa de publicar su primera colección de cuentos, lo compró y
se
lo llevó a la cama mientras Matt leía uno de sus ensayos de
neurología. Mirando el índice, vio
que era un libro de relatos, y que uno de
ellos se
titulaba
Kindertotenlieder,
por
el ciclo de
canciones de Mahler. Empezó a leer: “Ella vivía con su madre en
una casa entre las montañas y el mar”. Supo que debía leerlo a
solas. Bajó a la cocina y se preparó un té. Le
echó una gotitas de brandy. Joyce,
mientras estaba casada con Jon, su
primer marido, conoció
a
Edie,
una mujer que venía a trabajar a la carpintería de Jon por medio de
un programa de reinserción de ex alcohólicos. Edie tenía una hija,
Christine, que acudía a las clases de violín que impartía Joyce en
el colegio de la localidad.
Edie se interpuso entre
Jon y ella.
Joyce tuvo que buscarse un apartamento. Algunas tardes, en aquella
época Joyce todavía confiaba en recuperar a Jon, llevaba a
Christine de vuelta a casa, a la casa que antes había sido el hogar
de Joyce y
Jon.
Mientras leía el relato, Joyce tuvo que cambiar varias veces las
expectativas de lectora. No continuaba como ella pensaba que iba a
continuar. Christine se sentía atraída por la profesora de violín.
Estaba emocionada cada vez que subía con ella al
coche
de vuelta a casa. Pero cuando Joyce le preguntaba cualquier cosa
relacionada con la casa donde vivía, las preguntas y respuestas
significaban cosas diferentes para cada una de ellas. Christine
creía que la profesora sentía
interés por ella. Joyce cree que la autora del relato la va a
implicar en una historia inapropiada.
Con el tiempo, Christine descubre que Joyce la utilizaba para saber
cosas de la relación de Jon con su madre, quizá buscaba descubrir
una relación escabrosa entre ella y Jon. Joyce, leyendo ahora, se da
cuenta de la decepción que supuso para Christine, una decepción
comparable a la que Joyce experimenta
en la librería al comprobar que Christie O’Dell no la reconoce ni
aprecia la
caja de bombones que
le ha llevado,
que del mismo modo que ella, la profesora de violín exesposa de Jon,
la utilizó para sonsacar a Christine, Christie O’Dell la ha
utilizado para construir un relato en el que ella no cuenta como
persona, olvidada, arrojada al desván de la desfalleciente memoria.
Dimensiones (Demasiada felicidad)
Dimensiones (Demasiada felicidad)
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