lunes, 2 de marzo de 2020

La perspectiva heroica



Venimos de una historia biológica de competición por la supervivencia. Competición y cooperación, el éxito del homo sapiens, las dos patas de la evolución, aunque todavía es pronto para cantar victoria. Qué son 250.000 años en la historia de la vida. Nuestra especie es una recién llegada, ha conquistado el territorio a codazos en muy poco tiempo. El individuo humano dispone de mucho menos tiempo. También en el individuo pervive el instinto de competencia y ha aprendido que buena parte de su actual estatuto se debe a la cooperación. El equilibrio entre ambos, entre naturaleza y cultura es inestable, pero parece una necesidad. Gracias a la cooperación hemos conseguido unos estándares democráticos: vivienda, comida, salud, cultura. En las sociedades de progreso hay mínimos garantizados. De algún modo el trabajo preservaba el espíritu competitivo, pero qué pasará cuando ya no haya, cuando no sea necesario, cuando el individuo se vea como no necesario, como hombre superfluo. Toda ese gente en celdas encamada, atendida, cuidada, con todo el tiempo por delante suyo, con todas las horas por llenar. Todo cultura, nada de naturaleza. ¿Bastará con el mundo plano de los televisores, con el mundo propio reducido a la inmovilidad, donde ni siquiera la imaginación es propia?

El ideal de la vida heroica ha desaparecido de nuestras vidas. Puede parecernos un resultado natural de la evolución histórica. Una época antigua, la Ilíada, Alejandro, César, los conquistadores, Galileo, Newton, Darwin. Pero la idea acompañaba al hombre común y le sacaba de algún aprieto a lo largo de su corta vida: resistir a la guerra, hacer frente a una devastación natural, a la muerte de los hijos, a una mala cosecha, emigrar a la tierra de la promesa. La vida era más corta, la muerte más próxima, más cercana, lo que ofrecía la posibilidad de enfrentarse heroicamente al peligro. La perspectiva heroica ha desaparecido de nuestras vidas, están vacías de tensión y lucha, de fulgor y propiedad. ¿Qué soy, quién soy, qué valgo, para qué estoy aquí? Toda la humanidad sobrante, frase terrible, pero objetiva. ¿Es posible la rehumanización? Ya en otros periodos se vio al hombre como cantidad, el hombre sobrante. El nazismo, el estalinismo, el maoísmo. Aún hoy perviven totalitarismos menos fieros para los que un hombre es un número, pero si ampliamos la perspectiva y miramos las sociedades benefactoras, democráticas, progresistas, terapéuticas, adónde nos conducen. Qué nos espera en el reino de la falta de necesidad, del cuidado, de la protección.




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