Parece
que hemos llegado al convencimiento de que no hay alma, que el
individuo es un organismo único, con partes o sistemas con funciones
específicas, pero no separado en dos entidades diferenciadas. Y sin
embargo, más allá del sistema neurológico, más allá de la
complejidad del psiquismo, hay algo que se nos superpone, algo que no
estaba en el diseño corporal, un huésped que se fija y
nos
habita, crece y
nos coloniza,
y actúa dentro de nosotros hasta el punto de conformarnos, no del
todo, no esclaviza todos nuestros sistemas, pero
puede llegar en determinadas ocasiones a
hacerlos disfuncionales, a
incapacitarnos.
Es por tanto, un cuerpo extraño, un ente aparte, el alma que
crea la más potente imagen de lo que somos y aquello a lo que
aspiramos y nos guía.
El
alma tiene muchos orígenes, pero no sabemos con
certeza cómo
nos penetra, en
qué momento
se aposenta en nuestra psique, aunque
podemos rastrearlo.
Llega desde fuera como una idea, como una imagen, como una forma de
un atractivo irresistible,
irrechazable.
La idea de comunidad es esencial en su éxito. Nos hermana con un
grupo, a veces amplio, a veces no, que nos acoge, a
veces con bautizo, a veces no, aunque
no necesariamente ofreciéndonos beneficios tangibles. Lo habitual es
que con el sentimiento de pertenencia nos baste. Nos afiliamos
formalmente
o de modo imaginario
y ya estamos dentro del grupo, en realidad el grupo entra en nosotros
y conforma una parte de nuestra mente, no para cubrir algún tipo de
necesidad material, sino, al contrario, para exigirnos fidelidad y
con ella cumplir con
obligaciones de distinto tipo, desde la defensa del grupo a
su promoción y en ocasiones el sacrificio
de
la propia vida.
Creemos
que el cuerpo extraño es nuestro yo, que forma
parte de nosotros, que somos nosotros mismos, pero
es justo al revés, somos sus rehenes, sus esclavos obedientes,
cualquier
crítica, cualquier alusión irónica a
nuestra dependencia.
por benigna que sea, nos ofende, nos
hace sentir una profunda humillación. Creemos que somos libres, pero no lo somos, estamos atados a múltiples dependencias, algunas tan dañinas que nos anulan.
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