Te
imagino
tantas
semanas
recluido, en la sala donde el televisor está encendido a todas horas, con
su sonido monótono, invasivo, sin posibilidad de respuesta. Frente a la tele no
tienes derecho a la palabra.
No tienes
quién te
preste oído, ni siquiera puedes
escucharte
si
te da por dialogar contigo mismo,
porque el sonido de la máquina es superior a tu
atemorizada
voz.
Tantos
hogares de hombres o mujeres solos como
tú.
Tantos hogares con niños que no aguantan la reclusión.
Oigo,
porque no me queda otra, a los portavoces en el Parlamento, al
Presidente y
a los otros,
y observo la pátina emocional que en el discurso se impone a lo
razonable. Se
exponen razones pero cada una transfundida en apelaciones
al corazón unido, a la suspensión del juicio, a la obediencia, a la
aceptación, de tal modo que no se hable, no de lo que se ha hecho
mal en los días pasados, sino de lo que ahora mismo no está
funcionando y hay que corregir. Si renunciamos al juicio, si dejamos
que ocupen tu
mente, dejamos de ser individuos autónomos y libres, dejamos de ser
humanos para volver a la condición de animales domésticos, esa
distopía que parecía el sueño de un loco.
Lo más fácil es engancharse al discurso enfático, así se
alivia
la
angustia, el
terror.
No puede ser esta la ocasión que
la historia estaba esperando, construir el
escenario que
Orwell dibujaba en 1984.
Cada
una de las cosas que el Presidente enfático ha dicho tenía una
réplica, una contradicción, un cuestión que había que oponer. No
se ha hecho. Un solo ejemplo, en 2040 España tendrá la esperanza de
vida más alta, ha
dicho, ¿un
logro?, sin duda, pero eso quiere decir que España será un país de
viejos, lo que transformará radicalmente el sistema laboral, el
sanitario y todo lo demás. Al contrario, ha metido de rondón, disimuladamente, medidas de su modelo ideológico.
Uno
escucha este debate, tal como está organizado el sistema político
español, y cuando habla el único representante del nacionalismo gallego o el de
Compromís, es como si por ellos hablara Galicia o Valencia entera,
y
cuando
lo
hace
Rufián, Cataluña entera, sin que tengan
palabra el grupo gallego o el grupo
catalán
más representados.
Hay
dos virus circulando, el covid19, y otro más difícil de detectar,
porque ataca directamente a tu percepción. Para detectarlo, tenemos
antídoto, lee,
infórmate, busca fuentes veraces, las hay. Porque sabiendo te preparas. Es difícil porque un porcentaje altísimo de la población está
infectada, no
lee,
y no tiene defensas. Sesgo
retrospectivo,
dice
el presidente,
Valentina
Cepeda,
la
discreta desinfectadora de la tribuna del congreso, dice el
presidente, y tras él, Echenique y Errejón y Baldoví lo dicen, y
tras ellos los aplausos.
El
populismo no ha menguado, al revés, se le espera uniformado a las
ocho de la tarde en tu
balcón. Qué hacer, me dirás. Pide que te
traten
como a un adulto de una puta vez: datos reales, medidas a tomar,
consejos veraces. Nada más. Luego,
tú, si quieres, sal balcón.
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