miércoles, 4 de marzo de 2020

El caso Roger Ailes



El protagonista de El escándalo (Bombshell), junto a tres famosas presentadoras, es el creador de un éxito en los USA, Fox News. Desgraciadamente, la película no analiza los métodos utilizados para hacer de las noticias de ese canal un éxito irresistible, sino que trata una derivada menor, con más impacto mediático y que satisface a una ideología dominante ahora mismo, y de ese modo hacer caja. Lo relevante de Roger Ailes fueron los métodos utilizados para imponer el modo de hacer noticias en su canal y con ello hacer ganar dinero a la familia Murdoch y colaborar decisivamente en el ascenso de Donald Trump a la presidencia. Ailes creía en dos cosas que, junto a otros, han dado validez a una forma de percibir la realidad: los espectadores de su cadena eran o son consumidores de noticias (no ciudadanos con juicio propio) y, dos, quieren que no les contradigan sus creencias, sino más bien que asienten sus prejuicios. Así que Ailes se puso a ello, crear una cadena de noticias que satisficiera a sus espectadores moldeando y falsificando la realidad de acuerdo con sus falsas creencias y predisposiciones. Un político comprendió lo mismo al mismo tiempo y ¡bingo! Ailes construyó la realidad que sus espectadores deseaban. Así triunfó Trump. Los populistas de toda laya siguieron su ejemplo o ya le habían precedido (Barlusconi, Viktor Orbán). En España Jaume Roures, por las mismas fechas, construyó un sistema mediático con las mismas ideas que ofreció al independentismo en Cataluña y a la izquierda posmoderna en el resto de España. ¿Tiene alguna importancia que estén en extremos del espectro político? (Es curioso que se defienda la libertad de prensa pero al mismo tiempo se fustigue a quienes critican a los medios. Sólo hay libertad en una dirección). Ambos se han salido con la suya, llevando al poder a sus promocionados.

El asunto del abuso de poder para obtener favores sexuales de sus presentadoras, el tema de la película, llamativo, mediático, indica la moral difusa, laxa e irresponsable del personaje, una falta de principios morales que afectaba a un asunto mayor, más complejo, decisivo y trascendente, y que incluye al anterior, su concepción del periodismo y de la política, ajena a la presentación objetiva de los hechos (lo que debe hacer el periodismo) y al debate racional y deliberativo (lo que debe hacer la política). Y eso nos ha afectado a todos, cambiando nuestra forma de percibir la realidad, en la senda de la transformción de la mente contemporánea. La película es muy mala, no la salvan sus famosos actores y actrices. Los políticos aupados al poder para satisfacer a un electorado que ve por fin su resentimiento y racismo bien altos son lo más mediocres de que se tiene noticia, tanto aquí como allí. Podría pensarse que esa mierda afecta sólo a los inmorales enemigos. Ese un prejuicio extendido creer que si nuestros representantes, los nuestros, hacen algo ilegal (pongamos el Gal) lo hacen porque nuestra causa es mas noble, el fin justifica. No reconocemos que nuestra visión sea falsa, que nuestras verdades no lo sean, que nuestras ideas sean prejuicios. El resultado de los informativos de los Ailes y Roures es una sociedad fracturada, enfrentada, con una imagen deformada de la realidad. Pero los espectadores/electores/consumidores maleducados estaban ahí, dispuestos, expectantes, no se los han inventado Ailes y Roures, simplemente les han dado alas. Les han satisfecho, han convertido sus prejuicios en realidad alternativa, han creado para ellos. Pasado el tiempo, no han rectificado, se les ofrecen mejores opciones, pero las rechazan. Tal el caso de Buttigeig.



No hay comentarios: