sábado, 7 de diciembre de 2019

Activismo



"Cualquier opinión empieza a parecerme vana y vergonzosa si no se ve de inmediato matizada, puntualizada, precisada e incluso destruida por el marco experimental de quien la emite". (El colgajo, Philippe Lançon)

Uno de los grandes qués de nuestra época es el activismo. ¿Una enfermedad del espíritu, una sobrexcitación política, un efecto de la producción hormonal adolescente, el atracón de actualidad que los media necesitan? ¿Qué sería del feminismo, del cambio climático, del animalismo, del nacionalismo sin activistas? Los activistas convierten un problema en causa. Una disfunción, un desequilibrio social o ecológico que estaba ahí, que quizá no se veía como tal, se hace actual por diferentes motivos: la reflexión filosófica, la exposición artística, la experiencia personal exhibida o la investigación científica. La sociedad en algún momento lo convierte en problema político en busca de solución. Como la política es también voluntad de poder utiliza esos problemas como palanca para mover al ciudadano. En algún momento se da el paso de la reflexión, del debate y la deliberación a la movilización emocional. Ahí entra el activismo. Se necesitan voluntarios para extender la preocupación, la idea de urgencia. Entonces es fácil dar el siguiente paso, asociarlo a la culpa, el gran motor de la civilización occidental, si existe el problema es que hay culpables, culpables que deben admitir su culpa y aceptar la pena. Los voluntarios se convierten en soldados de la causa. Comienza la guerra. Se delimitan los territorios, las fronteras (mentales, aunque en algún caso también físicas y territoriales), se disponen los ejércitos (mediáticos, manifestantes), se señala al enemigo. Lo que había sido un problema que afectaba a la humanidad en su conjunto se ha convertido en una causa que separa, pues los activistas se apropian del problema, la causa es suya, levanta pasiones, enciende desprecios y odios.

Tan pronto como los activistas se apropian de la causa, se levanta un muro defensivo de incomprensión por parte de otro tipo de activistas que aquellos llaman negacionistas, otros soldados que pretenden mantener el estado de cosas anterior negando que haya un problema, por ejemplo que haya cambio climático o que los animales deban ser protegidos o que la mujeres estén siendo maltratadas o estén en situación de inferioridad. En un extremo el clima es una causa política, en el otro no hay problema con el clima. Debería haber un punto de encuentro que los extremistas no querrán recorrer, el que contempla el clima como un problema (investigación científica) que afecta a todos y que busca una solución mancomunada (resoluciones políticas).


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