martes, 17 de septiembre de 2019

Manas

Manas

Más que la naturaleza es el paisaje espiritual el que crea una nación. Qué vago ese 'espiritual'. Está la lengua, claro, primera fuente de fricción. Lengua de la tierra, dicen los ingenieros de las almas, lo que significa que hay otras que no lo son, aunque sus hablantes sean más. Así ocurrió en este país en el valle de Fergana. El 70 % de la población utilizaba el uzbeko y durante el sovietismo podían inscribirse como uzbekos, desde la independencia solo pueden ser kirguises. Tras dos breves guerras étnicas, en el Fergana solo queda el 40% de uzbekos, atrincherados en sus barrios, los mahallas. La religión es otro medio de unificación, más fuerte, más peligroso. Por doquier aparece en el país la huella islámica, pero el duro clima no permite permanencia, el adobe vuelve a la arcilla y si hay hierro a la herrumbre. El gobierno no ha jugado esa carta, se declara laico. Visto desde fuera, se respira libertad. Las mujeres visten como quieren, no hay recelo, la sonrisa aflora con facilidad. Las ciudades, Biskek, Osh, Karakol, son una gran extensión de ventas al aire libre. Cada cual vende lo que tiene. No sé si es suficiente, pero no se ve miseria. Sólo he visto dos escenas degradantes, un mujer jovencísima acompañada de un niño pidiendo en Biskek y un hombre de edad mediana empujando  una silla con ruedas en la que iba una mujer joven por la línea continua del segundo carril de una avenida, también en Biskek, cuando el semáforo en rojo retenía a los coches, sin mucho éxito. Cuánto durará está frágil libertad, cuando aparecerá el político populista que eche mano de la religión. De momento está contenida. Las mezquitas no se apoderan del paisaje urbano, al muecín solo se le oye unos segundos, si se está cerca, no hay signos externos visibles de práctica religiosa.

Queda la mitología. Los kirguises tienen una. En realidad una trilogía épica: Manas, Semetey y Seytek. Existe una tradición de narradores que aprende la epopeya de este pueblo de nómadas y la recita en grandes ocasiones populares o estatales. Un ejercicio que requiere aprendizaje, técnica, ritmo, tono, mímica, y algún tipo de ayuda química, pues la larga historia que cuentan, que abarca generaciones, puede durar horas sin descanso. La historia va de héroes tribales que defienden el territorio frente a otras tribus. En competencia con Lenin, que resiste en los enclaves significativos de las ciudades (en Osh se precian de tener la más grande, mano abierta hacia el oeste, faldón del abrigo al aire), el gobierno está llenando el país de esculturas grandotas y feas de la epopeya, en especial de Manas, para que cale en la población el sentimiento de pertenencia a una nación tan inventada como mítica. La UNESCO ha reforzado el proyecto concediéndole la medalla de patrimonio inmaterial de la humanidad.

No hay comentarios: