domingo, 21 de julio de 2019

Clonación



Supón que recibes este vídeo en un de esos chats de grupo en el que participa mucha gente. No es un chat político, más bien deportivo. Te chocan cosas de lo que oyes en el vídeo y te gustaría comentarlas pero no puedes, no lo haces. Una de las reglas del chat es no crear polémica. Deberías hacer demasiadas reflexiones previas y un chat no es un colegio de filosofía. Deberías decir no soy de VOX. Deberías decir la travesía del Mediterráneo es un drama de nuestro tiempo. Deberías decir las concertinas de Ceuta y Melilla son salvajes. Deberías decir la inmigración es un bien para nuestros países viejos. Pero los antecedentes, las prevenciones, las justificaciones, serían tantos que no quedaría espacio para la discusión razonada, para la discrepancia, para poner en cuestión lo que se da por supuesto. La gente se burlaría de ti por tanta previa. Habrían dejado de prestarte atención y te dirían pesado. Y con razón. Los chats no son lugares de discusión sino de reforzamiento de las ideas establecidas. En general, la educación ya lo es, el primer sistema de clonación. Le siguen los informativos y las tertulias. Las redes aplican ese sistema a lo salvaje. Es imposible discrepar. Si a alguien se le ocurre le tildan de lo más feo, rápidamente se lo convierte en un outsider, en un raro, en alguien de poco fiar. Así es como perduran, se refuerzan, las ideas falsas, las ideas malas.


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