jueves, 16 de mayo de 2019

Dora Bruder, de Patrick Modiano



Me dije que nadie se acordaba de nada. Tras el muro se extendía una tierra de nadie, una zona de vacío y de olvido. Los viejos edificios de Tourelles no habían sido derribados como el pensionado de la calle Picpus, pero esto carecería de importancia y no obstante, bajo aquel denso manto de olvido, se oía, de cuando en cuando, algo, un eco lejano, ahogado, pero era imposible saber exactamente qué. Era como encontrarse al borde de un campo magnético sin péndulo para captar las ondas. En la duda y por mala conciencia habían colgado el cartel de «Zona militar. Prohibido filmar y hacer fotografías».

         Desde el comienzo, con el inserto de una noticia aparecida en Paris-Soir, el 31 de diciembre de 1941, el autor nos remite a la realidad. No es pues lo que vamos a leer una historia surgida de la imaginación, pero es una historia que necesita de la imaginación para proyectarse y completar los huecos que la realidad no es capaz de ofrecer. La búsqueda de esta Dora Bruder de quince años no queda interrumpida en ese mismo 1941, cuando vuelve o la traen a casa tras la fuga del internado donde reside, ni el 18 de septiembre 1942, cuando desaparece definitivamente en el pozo de Auschwitz, tampoco cuando el autor tras ser alertado, en 1988, por el breve de Paris-Soir decide investigar y después publicar la historia en forma de libro, en 1997, la magia de la literatura hace que sea la búsqueda de Dora Bruder una búsqueda infinita o al menos mientras haya un lector sobre la tierra que ponga los ojos sobre esas dos palabras ‘Dora Bruder’. Como el lector, el autor sabe que está ante una historia única, valiosa, ejemplar. Lo son todas, cada una de las vidas, pero no todas son igualmente novelables. Como en el amor, los obstáculos, las oposiciones y persecuciones, más si hay un crimen de por medio, hacen que la vida adquiera el mayor interés y ejemplaridad. La vida de Dora Bruder fue única pero se parece a muchas otras. No sería nada si la subsumiéramos en el número de los habitantes de París en 1941, tampoco en el de los hijos de inmigrantes que llegaban a la ciudad huyendo de la persecución del centro y este de Europa por ser judíos, ni siquiera sería relevante si su nombre apareciera, junto al de su padre y al de su madre, en la inmensa lista de los asesinados en Auschwitz. Para un historiador, tendría relevancia un número más, la procedencia de los inmigrados, los mecanismos del asesinato en masa organizado por el Estado.


          Patrick Modiano utiliza los archivos, busca datos en los registros, cartas, fotos, referencias, pero no le bastan. Como novelista quiere dar volumen a ese nombre, ‘Dora Bruder’, ver a ese personaje caminando por las calles de París, en el hotel, en el apartamento en que vivió con su familia, en el pensionado religioso del Sagrado Corazón de María, de la calle Picpus, en los bulevares por los que huyó cuando escapó del internado o del apartamento de sus padres, en Tourelles, cuartel convertido en centro de detención, en el campo de deportación de Drancy, donde fueron a parar la mayor parte de los casi 70.000 detenidos en las redadas antijudías, en 1942, antes de ser enviados a Auschwitz. Pero los detalles de historiador al lector no le bastan. El narrador recuerda su propia infancia desamparada, el abandono de sus padres, la detención junto a su padre tras un escándalo familiar, conducido al calabozo en un vehículo parecido al que usaron para deportar a Dora Bruder, el robo de ejemplares únicos de las bibliotecas o de objetos de valor en casas particulares para venderlos a un chatarrero para sobrevivir.

         ¿Es una novela ‘Dora Bruder’? Para construir al personaje y su contexto los datos de archivo son insuficientes, pero Modiano no quiere inventar como en una obra de ficción, así que echa mano de su memoria, él mismo un personaje en búsqueda a lo largo de toda su larga obra, porque cree que desvelando sucesos de su propia vida desvela la de Dora Bruder o buscando a Dora Bruder se busca a sí mismo, como hace el lector cuando indaga sobre su condición leyendo vidas ajenas. Así que historia, biografía, y autobiografía sirven para acercar lo más posible este libro a la realidad.

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