lunes, 1 de abril de 2019

Gloria matemática



El 24 de mayo de 1900 David Hilbert, uno de los matemáticos más ilustres de la historia de esta disciplina, enumeró una lista de 27 problemas que consideró retos para el siglo que nacía. Cada uno de ellos encontró solución a lo largo del siglo, salvo uno, el que aparecía en octavo lugar de la lista, la llamada hipótesis de Riemann. Un siglo después, celebrando el centenario de aquella lista, un inversor millonario de Boston, Landon T. Clay, ofreció un millón de dólares por cada uno de los llamados 7 problemas del milenio que venían a suceder a la lista de Hilbert. Entre ellos está de nuevo la hipótesis de Riemann. Muchos jóvenes matemáticos competirán por tal remuneración al brillo de su genio, pero es seguro que si se les propusiera, como alternativa, obtener la medalla Fields, que se concede cada 4 años a los menores de cuarenta, la preferirían en su lugar. Nada hay semejante a la gloria matemática.
La hipótesis de Riemann, el último teorema de Fermat, la conjetura de Goldbach, el espacio de Hilbert, la función tau de Ramanujan, el algoritmo de Euclides, el método del círculo de Hardy-Littlewood, la serie de Fourier, la numeración de Gödel, un cero de Siegel, la fórmula de la traza de Selberg, la criba de Eratóstenes, los números primos de Mersenne, el producto de Euler, los enteros de Gauss: todos ellos son descubrimientos que han llevado a la inmortalidad a los matemáticos que han desenterrado esos tesoros en el curso de sus exploraciones sobre los números primos. Sus nombres sobrevivirán mucho después de que nos hayamos olvidado de Esquilo, de Goethe o de Shakespeare. Como explicaba G. H. Hardy, «las lenguas mueren, pero las ideas matemáticas no. Inmortalidad quizá sea una palabra ingenua, pero un matemático tiene más probabilidades que cualquier otro ser humano de alcanzar lo que aquella palabra designa». (Marcus de Sautoy, La música de los números primos).

Por qué son tan importantes los números primos. Están detrás de las transacciones comerciales en internet, también en el intento de comprender la física cuántica. Si alguien diese con la solución a la hipótesis de Riemann, ¿cómo se distribuyen los números primos en el conjunto de los naturales?, ¿hay alguna estructura regular que los genere?, abriría una puerta a la “comprensión de los números de la naturaleza. Una vez que descubramos el secreto para orientarnos entre los números primos, quién sabe qué otras cosas podría haber allá afuera esperando a que las descubramos”. Hasta ahora el único matemático que ha presentado una posible solución a la hipótesis de Riemann ha sido el recientemente fallecido Michael Atiyah, pero, de momento, la comunidad matemática y el Instituto Clay no se la han reconocido.

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