“Sospecho que otro indicio de la vejez es la gratitud que sentimos frente a cualquiera que todavía se dé cuenta de que tenemos alguna entidad. Hannah Arendt decía que una de las victorias del totalitarismo había sido despojar a sus víctimas de historia e identidad para pasar a tratarlas como una pura estadística. La juventud, en cierto sentido, es un totalitarismo benigno”. En el estanque, Al Alvarez).
Acierta
de pleno Michel Houellebecq y se equivoca al diagnosticar el estado
de ánimo del hombre contemporáneo. Abandonado por la trascendencia,
solo
le queda el abrazo sexual sostenido por el amor. Y cuando eso también
falta, lo que afirma en su última novela, Serotonina,
la vida se precipita en el sinsentido. El hombre de esta hora camina
sobre tierras movedizas, en cambio la mujer tiene un tiempo por
delante, el que le queda hasta llegar a la meta que se ha trazado con
tanto aparato mediático. Sin
embargo, lo que Houellebecq dibuja es
una de las dos caras de Jano. La otra que no ve o desdeña es que el
hombre, genérico, resiste, aguanta hasta el final. La vida es única,
un don, un regalo, un tesoro frágil, tan frágil que en cualquier
momento puede escurrirse por el sumidero. Nada iguala al abrazo, a la
fusión discontinua con la mujer (con el hombre) amada. Su tremenda
falta es el tema más común de la literatura, la de antes y la de
ahora. Leo ahora como ejemplo, el año mágico de Joan Didion y veo
lo último de Clint Eastwood, pero fuera de ese abrazo vitalizador la
resistencia del hombre se
muestra en otras variaciones.
The
mule, de Clint Eastwood, no es
una de sus mejores películas, pero ilustra esa
otra cara de Jano ausente en el pesimismo de Houellebecq.
En The mule
se narra la historia de un viejo que resiste. Como todo el mundo,
Earl Stone (Eastwood) camina erguido, tanto como se lo permite su
achacosa edad, mirándose en el espejo de los otros. Veterano
de la guerra de Corea, cultiva
lirios
únicos para ser admirado y recibir premios, y cuando eso ya
no es posible se convierte en
‘mula’, traficante para un cártel mejicano de la droga, para
conseguir dinero fácil con el que acercarse a su familia y amigos y
seguir siendo querido,
valorado o
admirado. The mule no
solo cuenta la historia del viejo Earl Stone, también la del viejo
Clint Eastwood que se empeña en seguir haciendo películas a sus 88
años, quizá con el secreto deseo de morir haciéndolas y seguir
siendo admirado.
La
vida es valiosa,
un paso por debajo de ser amado, de fundirse en el abrazo del amor,
es
ser valorado. Nos aferramos a lo uno y a lo otro. Solo
cuando sentimos que no hay ni lo uno ni lo otro podemos darnos por
muertos.
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