viernes, 11 de enero de 2019

Poesía



                 El frío se ha ido perdiendo por las alcantarillas a lo largo de la tarde, cuando entro en la gran librería. En un expositor todos las novelas anuncian la insoportable crisis que no acaba nunca. En cada solapa, los escritores de unas alaban sin tasa los méritos de otros, como si entre todos quisiesen revivir la secta del perro, no el perro de la historia de Herodoto que recolecta fragmentos de silencio, sino el perro que lame la miseria de las gentes: “El amor como dolor, como enfermedad y locura. La novela más dolorosa, aunque sea por nuestro bien: la autora nunca nos causa daño en vano, las heridas que deja son una forma de lucidez. Sirven”. Pregunto por el libro que busco. No está entre tantos miles de volúmenes. “En la librería del Paseo de Gracia lo tienen”, me dicen. Allí, me llevan a una ele recóndita tras la puerta de la entrada. Una ele dedicada al teatro y a la poesía, todo junto, casi todo clásico. Pero allí está, Sharon Olds: “De pronto, a última hora/ antes de llevarme al aeropuerto, se puso en pie,/ golpeándose contra la mesa”. “¿Solo tenéis esto de poesía?”, pregunto. “No. Mira ese expositor, aunque es de prosa poética”, me alerta. “Está de moda”, me aclara, “poesía televisiva y juvenil”. Hojeo. Tiradas de versos definidos por la geometría, es decir, frases en disposición vertical, enumeraciones, muchas, repeticiones, más, concatenaciones, muchas más. Y de golpe, oh sorpresa, la caja. Una caja de poesía. Nox. Como un panal de rica miel, así mis ojos ante la caja que se abre y se despliega de adelante hacia atrás y de atrás hacia adelante. Anne Carson, cuando su hermano perdido murió, le dedicó un cuaderno. Ese cuaderno es ahora el acordeón que se abre ante mis ojos. El que estoy desplegando, donde Carson pone conocimiento, lo que aprendió de los clásicos, y emoción, las dos caras de la poesía, cuya conjunción nadie mejor que Carson representa. Y de entre todos los clásicos escoge el poema 101 de Catulo, para convertirlo en guía para la elegía a su hermano muerto. A un lado las 63 palabras del poema de Catulo, al otro la vida de su hermano, recortes, fotos, collages, dibujos, notas. Carson reinventa la poesía, la forma de presentarla, también la forma en que el lector se enfrenta a ella. Yo de pie, merodeo por el expositor, fotografío partes. Carson, bajo la advocación de Nox, la diosa de la noche, madre del destino y de la muerte, y de Catulo. Así, Catulo a su hermano:
Atravesé multitud de pueblos, multitud de océanos.Llegué a estas pobres tumbas, hermano,
para traerte la última ofrenda debida a los muertosy hablar (¿por qué?) con la ceniza muda.

Así, Anne Carson se despide de su hermano
Después de eso dejamos de hablar de mi hermano. La desesperanza alzó un muro en su interior. Yo no estaba tan segura de que él ya no suscitara en ella nuevos sentimientos, sin embargo no había motivos aparentes para afirmarlo. Para mí, sinceramente, era un alivio no sentir su presencia en cada conversación como olor a pelo quemado. Para ella, todo deseo había abandonado el mundo.

Nox en español, un acontecimiento.


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