sábado, 19 de enero de 2019

El momento populista


          Intuyeron que era su momento, aunque lo tenían fácil ante la efervescencia del 15-M, no había otro movimiento que les hiciese sombra y por eso salieron a la luz y creyeron que asaltarían los cielos, pero no podían triunfar, no fueron lo suficientemente populistas, sabían que la cosa iba contra las élites, pero ellos, los fundadores, no podían dejar de ser hijos de la élite. Imposible poder salvar la contradicción. El que sí ha acertado es Steve Bannon. Él sí ha leído correctamente el momento. La clase media asustada no quiere hacer la revolución, ni perder lo que ha conseguido, aunque esté perdiendo algo. Quiere hacer oír su enfado y lo quiere hacer oír con estridencia. Bannon les dice, exagerad las quejas, no importa tanto las promesas como la manifestación rabiosa contra las élites, poned sobre la mesa la posibilidad de la ruptura pero sin llegar a ella. Bannon ha tenido éxito allí donde le han escuchado: Trump, Salvini, Orban, Brexit, Abascal. Exagerad, radicalizaos al máximo y si conseguimos que os vean como el ogro comeniños, entonces triunfaréis del todo, la campaña la tendréis hecha, sin dinero, gratis total.

         Dónde fracasaron los podemitas: no podían dejar de ser hijos de quienes son, no podían sacudirse el aura universitaria de la que procedían, un aire académico por otro lado tan menguado, ni tapar el uso personal de los beneficios del sistema, Iglesias, Errejón, Bescansa, Espinar, ni ocultar el fracaso del modelo que habían propuesto, el socialismo cuartelario de Venezuela, y en ningún momento quisieron vestirse con las telas de la patria porque no eran populistas de verdad sino rancios comunistas, un sistema tan requetefracasado, además, torpes, hicieron causa común con exetarras e independentistas, quién, aparte de los círculos tronados de los que procedían, podía comprarles tan averiada mercancía. Una operación destinada al fracaso.

          Por qué triunfa, de momento, el populismo derechista. Porque se adaptan mejor a las tropas desarrapadas que les siguen: ese aire de desvalimiento intelectual, ‘son de los nuestros’, ese aire anterior a todas las revoluciones, carlistas siglos después, hombres por encima de las mujeres, esas ideas ucrónicas, tan fuera del tiempo que no parecen de otro tiempo sino de fuera del tiempo, aunque algunos sean funcionarios, jueces, profesores, friquis salidos a la palestra, a los que se vota no por afinidad sino por friquismo, es lo que quieren quienes les votan, no afiliarse a ellos sino presentar ese estropajo sucio, antiguo, maloliente a las élites bien planchaditas que gobiernan y que hasta ahora no les tenían en cuenta porque les tomaban como población desechable, intrascendente, a la que barrer debajo de la alfombra para no tener que avergonzarse de ella.

           Reaccionarios por igual unos y otros, como si hubiese diferencia entre los que se ponen plumas rojas detrás de las orejas y quienes pintan de azul el cuello duro de sus camisas. Puaf.




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