“Fíjese en la próxima idea que surge en su cerebro. ¿De dónde ha salido? ¿Se le ha ocurrido libremente? Por supuesto que no. Si observa con atención su mente, se dará cuenta de que tiene poco control sobre lo que ocurre en ella y que no decide libremente qué pensar, qué sentir, ni qué querer”. (Yuval Noah Harari)
Vivimos
tiempos paradójicos, nunca como ahora hemos sabido cómo funcionamos
por dentro; nunca como ahora el idiota que llevamos dentro se
manifiesta de forma tan desacomplejada. El propio periódico que
publica el artículo de Harari trae un perfecto ejemplo de cerebro
hackeado del que habla el israelí. Tomemos el
editorial de hoy. Sustituyamos los actores de la investidura
andaluza por los actores de la moción de censura triunfante del
doctor Sánchez. Obtendremos un efecto paródico, una divertida
irrisión, de la que emerge la amathia de la que hablaban los
estoicos, no la ignorancia sino la estupidez inteligente, el idiota a conciencia, podríamos
decir. A ese punto ha llegado el intelectual orgánico del país que
antaño ordenaba los temas de discusión y orientaba la opinión y
que ahora se conforma con ser un propagandista. Curiosamente esa
enfermedad
del espíritu está perfectamente descrita, ayer mismo, por uno
de sus articulistas, pero parece que en esta época de confusión, en
el periódico, no se leen unos a otros.
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