viernes, 7 de diciembre de 2018

Sesgos




           Cuando a un autor, a un articulista, a un periódico o incluso a un amigo se le adivinan los sesgos, o se conoce su manera determinista de pensar se hace cada vez más difícil frecuentarlo o quedar con él para mantener una conversación. Al final deja uno de leerlo o llamarlo por teléfono. No hay cosa más penosa que un proceso de ruptura sentimental, lo que comenzó como un deslumbramiento donde uno recababa todo tipo de información para asentar el enamoramiento acaba en la desolación al solo ver defectos, miserias y determinismos. No sólo somos homo sapiens, el animal que acumula experiencias para deducir de ellas sabiduría, somos antes que nada homo sentiens, el hombre que hace suyo el mundo, aprendiendo de forma particular y única, aunque en tantas cosas seamos semejantes con respecto a nuestros semejantes. Somos las dos cosas, animales inteligentes que quieren saber más y más de nuestros semejantes y de nuestro entorno y animales sentientes para quienes sentir y dar significado al mundo es lo que merece la pena. Por eso nos resultan aburridos y nos desapegamos de quienes antes merecían nuestro respecto o queríamos pero han dejado de ofrecernos una experiencia particular de la que antes aprendíamos y disfrutábamos. Han dejado de sernos útiles, ya no son interesantes, dejamos de frecuentarlos, nos apenan. Nos sucede con aquellos a los que la enfermedad les gana o la vejez, aunque reservamos para ellos la compasión si nos sentimos en deuda. Y a quienes antes nos enseñaron y no nos han acompañado en la búsqueda apasionada del conocimiento los dejamos atrás con desdén, a veces con desprecio, siempre con pena.

          Nuestro cerebro tiene muchos modos de captar la realidad, de asumirla y representarla. Buena parte de lo que le llega lo recibe pasivamente, sin procesar la información (sistema 1). Otra buena parte la capta mediante los sensores corporales de manera rápida, sin aparente esfuerzo, de forma automática. Captamos sonidos, imágenes, elaboramos sus representaciones y respondemos de acuerdo con pautas que hemos ido mejorando con la experiencia. Hablamos, caminamos, masticamos, vamos en bici, nadamos, tocamos un instrumento (sistema 2). Y hay una forma más trabajosa y lenta de pensar y reaccionar, más costosa, en la conversación racional, en la escritura de una carta, en una decisión importante que implique nuestro futuro, en que damos vueltas y vueltas, pero en la que no necesariamente la decisión final sea fruto del esfuerzo racional (sistema 2). ¿Quién nos asegura que nuestras ideas sobre el mundo, nuestra representación de las cosas, nuestras tendencias, nuestros valores son fruto de la deliberación racional? Probablemente se han fijado sin ser conscientes por el sistema 1 sin que sepamos cómo ha ocurrido. Entonces una posición política, una regla moral, un gusto desfasado se muestran con el mismo automatismo que andar en bici. Las personas positivas, extrovertidas, con mundo, por decirlo así, tienen más posibilidades de tener una mente abierta, de contemplar los cambios y adherirse a ellos, aunque es difícil asegurarlo. 

          En todo caso, quizá falte una asignatura, un procedimiento necesario, aprender a aprender, someter nuestras ideas como la ciencia hace con sus teorías, al ensayo y al error. No lo hacemos, no lo hemos aprendido, nos descuidamos. Lo peor de quien vive y suelta ideas como brazadas en la piscina es que, si tratamos con él, nos obliga a responder en su plano, en su marco alicorto de pensamiento, a gastar la energía que podríamos dedicar a cosas relevantes. Este mundo estático parece una tendencia ahora mismo, aunque no todo el mundo está en ella. Hay quien pelea de forma furiosa por erradicar la enfermedad y prolongar la vida.

No hay comentarios: