jueves, 6 de diciembre de 2018

Libres e iguales



             No hay muchas verdades, sino la que el método científico va descubriendo y afinando, como existe la belleza que ciertos patrones van detectando en la naturaleza (el cosmos es bello), como hay un bien que reconocemos en todo aquello que prolonga la vida y la mejora. La humanidad frente a sus infinitos desgarros ha encontrando un camino común a lo largo de la historia, en diversas civilizaciones, para la supervivencia de la especie y su prosperidad. Qué sea la belleza, la verdad y el bien es una pregunta de la filosofía a la que no siempre se ha respondido del mismo modo, pero hay cuatro líneas orientativas que aquellas civilizaciones que las han seguido han prosperado más que las que han ido por otros derroteros. El pragmatismo que minimiza el sufrimiento, el dolor, la enfermedad y las injusticias y maximiza las experiencias positivas, el amor o la compasión por los demás, la distribución de las riquezas, el respeto a la ley. La convivencia entre los distintos: aquellas sociedades que han integrado la diversidad, que han sido más abiertas, que no se han levantado sobre unas pocas experiencias, han sido más igualitarias, más ricas y más creativas. La autonomía de individuos y grupos que quieran seguir su propia vía, un modo de organizarse y contemplar el mundo de modo diferente, siempre que no entre en conflicto con el bien común. Un proyecto de futuro que tenga en cuenta las experiencias vividas, lo que nos ha hecho felices o infelices, y preserve el mundo para los que aun no han nacido, es decir, que haga viable la continuidad de la especie.

              Que ahora haya más fuerzas políticas no es una catástrofe, al contrario la población está mejor representada. Que esté representada hace que los radicales se contrarresten los unos a los otros. Pero hay que hacer pedagogía. La política consiste en marcar objetivos, preferencias. Hay experiencias políticas que posibilitan la prosperidad y la continuidad del hombre sobre la tierra y otras que no. La Constitución traza lo posible y lo deseable, lo limita mediante la ley. (Legum servi sumus ut liberi esse possimus: Somos esclavos de las leyes para que podamos ser libres. Cicerón) Se puede cambiar siguiendo el procedimiento. Hay fuerzas que promueven políticas contra la diversidad o la autonomía personal, otras que quieren suprimir la competencia o que quieren trazar caminos de dirección única, imponiendo su fe religiosa o política a los demás, y otros que se mueven dentro de lo posible. La Constitución permite que seamos libres e iguales.

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