Hay
dos mundos, dos conciencias, dos modos de ver. Pongamos, El País/El Mundo. Dos mundos estratificados en posiciones de combate más
radicales a medida que se alejan.
Pongamos, Trece/La
Sexta, Libertad
Digital/Público, Okdiario/El Plural. Es como la energía oscura del
universo que separa galaxias y si
le damos tiempo las desgarra hasta hacerlas desaparecer. ¿Es posible
un punto intermedio, un lugar de contención y de orden, capaz de
contrarrestar el desgarramiento. La existencia del universo, de
galaxias y estrellas es la apuesta natural de la gravedad frente al
desorden de la entropía que
a largo plazo lo lleva a un mundo plano y
frío, desagregado
y vacío.
El hallazgo y concreción del orden constitucional es una apuesta de
la inteligencia humana, en su fase ilustrada, por el orden social
llamado progreso. La mayoría de la población ha confiado
en
que dotarse de Constitución era una forma convincente y práctica de
mantener el ordenamiento social. A la humanidad, salvo sobresaltos
(guerras y revoluciones), le ha ido bien durante los dos siglos de
experiencia constitucional.
Los
periódicos, los programas informativos de la radio (supongo que
también de la tv) siguen galleando frente a los que
consideran sus adversarios,
amenazando para que no salgan del corral: ¡que
vienen
las derechas!, ¡la izquierda radical! Sin querer aceptar que la cosa
ha cambiado. Ya lo había hecho, pero ahora
tienen a la realidad ante sus ojos. Si
sustituimos
la línea espectral que va del azul en un extremo al rojo en el otro
por círculos concéntricos de gravedad veremos cómo cambia la
percepción del
posicionamiento político.
Tras
lo ocurrido este domingo,
no hay otra.
Hay gravedad y energía oscura, fuerzas centrípetas y centrífugas,
de
agregación y de dispersión.
La
fuerza gravitatoria de la constitución frente al enjambre desordenado del
fascismo rojinegro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario