sábado, 24 de noviembre de 2018

Refugiados (Libia, 2016)



 RICARDO GARCÍA VILANOVA

         Una buena foto es una sorpresa. Abre los sentidos, enciende la percepción. Como un cuadro que ves por vez primera o una música nueva o un rostro que amanece o cuyos rasgos te dejan perplejo. Es esa genuina impresión la que vale, la primera. Para cada mirón, única. Luego, tendemos a arreglar, a clasificar, a comparar, a someterla a patrones predefinidos. Si el fotógrafo es bueno, si es un artista, ha evitado esos parámetros y por eso nos sorprende. Si somos nosotros quienes la sometemos a pautas, somos nosotros los que la destrozamos, quienes la convertimos en vieja.

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