viernes, 9 de noviembre de 2018

La Tierra no tiene dueño




        Se celebra en esta ciudad el III Foro de Cultura, bajo la impresionante advocación de Tecnología y Humanismo. Durante tres días, los ponentes de muy desigual interés, conversan sobre temas como el poder de las máquinas, robots y empleo, AI, transhumanismo, economía como bien común y hasta del silencio. Mi primera cita tenía que ver con si la Tierra tenía dueño. Los ponentes, de lo más variopinto, un explorador, un escritor de viajes, una educadora ambiental y otra antropóloga educadora social. Al explorador le han pagado viaje y estancia para no decir nada, lo que se dice nada. Javier Reverte ha dicho alguna cosa de cuando tuvo la suerte de embarcar hacia la nueva ruta de navegación abierta en aguas del Ártico, como consecuencia del deshielo causado por el cambio climático, para acortar el camino entre Europa y Asia. También ha hablado de la democracia como valor en peligro. Nadie ha recogido ese guante. Pero quien ha acaparado la sesión ha sido una Yayo Herrero, educadora social y antropóloga. Más que tener preparada la ponencia, su hablar mecánico y marcial tiene que ver con una lección esquematizada y lista para aleccionar al público, una papilla ideológica que se puede deglutir con facilidad. Su visión del destino de la Tierra, apocalíptica: nos encaminamos al desastre porque hemos sobrepasado o estamos a punto los límites físicos del planeta: superpoblación, agotamiento de los recursos energéticos (petróleo y minerales), insostenibilidad, muro ontológico entre nuestra especie y el resto, de tal manera que estamos inmersos en una crisis civilizatoria que nos lleva al desastre, porque nuestro sistema de gestión ecológica está en manos de unos países privilegiados y de una clase dominante que explota al resto de los países, a cuyos habitantes expulsa y asesina, y una mayoría social en todo el mundo que sufre las consecuencias. Un sistema que es, dice, se que voy a provocar, fascista, eso dice, fascista. Lo que para Reverte es democracia, para ella es fascismo. Fin de la discusión. El neoliberalismo ni siquiera es un ogro filantrópico es directamente fascista. Pero ojo, soy optimista, estamos a tiempo, a condición de dar un cambio radical al sistema político, al económico, a la educación y a la propia cultura que han de ponerse al servicio de la mayoría social. Tal cual. Lo que nos ha dibujado, literalmente, un sistema totalitario como alternativa al capitalismo. Todo dicho en un idioma seco, esclerótico, lleno de palabras muertas, vacías de significado de tanto repetirlas, como la mencionada mayoría social o gente o explotación o sostenibilidad, y latiguillos repetidos hasta la náusea, como todas y todas y cosas por el estilo que impiden que el idioma respire con naturalidad.

         Dos cosas. La primera que los organizadores, las autoridades tanto municipales como autonómicas de este lugar, más los patrocinadores, inviten a alguien que pone en cuestión de arriba abajo el sistema que se supone ellos defienden sin que haya un contradictor, es decir alguien capaz de poner en evidencia la trama totalitaria que se esconde tras ese discurso. La ponente ha hecho una impugnación en toda regla de un sistema que ha hecho progresar a la humanidad deforma espectacular en los dos últimos siglos, presentando como alternativa un sistema económico político y cultural en las antípodas, que pretende controlar todos los aspectos de la actividad humana, hasta la cultura. La segunda cuestión que me hubiese gustado plantear a la ponente es que si triunfase su opción política convocaría un coloquio como este en el cual el ponente principal pusiera en cuestión el sistema que ella defiende. Por supuesto fue muy aplaudida por un público, previamente entregado, que comparte se estricto marco mental.

        Menos mal que por la tarde me he desquitado asistiendo a un refrescante experimento musical. Un piano tocado por cinco personas a la vez. PianOrquestra.

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