Se
celebra en esta ciudad el III
Foro de Cultura, bajo la impresionante advocación de Tecnología
y Humanismo. Durante tres días, los ponentes
de muy desigual interés, conversan sobre temas como el poder de las
máquinas, robots y empleo, AI, transhumanismo, economía como bien
común y hasta del silencio. Mi primera cita tenía que ver con si la
Tierra tenía dueño. Los ponentes, de lo más variopinto, un
explorador, un escritor de viajes, una educadora ambiental y otra
antropóloga educadora social. Al explorador le han pagado viaje y
estancia para no decir nada, lo que se dice nada. Javier Reverte ha
dicho alguna cosa de cuando tuvo la suerte de embarcar hacia la nueva
ruta de navegación abierta en aguas del Ártico, como consecuencia
del deshielo causado por el cambio climático, para acortar el camino
entre Europa y Asia. También ha hablado de la democracia como valor
en peligro. Nadie ha recogido ese guante. Pero quien ha acaparado la
sesión ha sido una Yayo Herrero, educadora social y antropóloga.
Más que tener preparada la ponencia, su hablar mecánico y marcial
tiene que ver con una lección esquematizada y lista para aleccionar
al público, una papilla ideológica que se puede deglutir con
facilidad. Su visión del destino de la Tierra, apocalíptica: nos
encaminamos al desastre porque hemos sobrepasado o estamos a punto
los límites físicos del planeta: superpoblación, agotamiento de
los recursos energéticos (petróleo y minerales), insostenibilidad,
muro ontológico entre nuestra especie y el resto, de tal manera que
estamos inmersos en una crisis civilizatoria que nos lleva al
desastre, porque nuestro sistema de gestión ecológica está en
manos de unos países privilegiados y de una clase dominante que
explota al resto de los países, a cuyos habitantes expulsa y
asesina, y una mayoría social en todo el mundo que sufre las
consecuencias. Un sistema que es, dice, se que voy a provocar,
fascista, eso dice, fascista. Lo que para Reverte es democracia, para ella es fascismo. Fin de la discusión. El neoliberalismo ni
siquiera es un ogro filantrópico es directamente fascista. Pero ojo,
soy optimista, estamos a tiempo, a condición de dar un
cambio radical al sistema político, al económico, a la
educación y a la propia cultura que han de ponerse al servicio
de la mayoría social. Tal cual. Lo que nos ha dibujado,
literalmente, un sistema totalitario como alternativa al capitalismo.
Todo dicho en un idioma seco, esclerótico, lleno de palabras
muertas, vacías de significado de tanto repetirlas, como la
mencionada mayoría social o gente o explotación
o sostenibilidad, y latiguillos repetidos hasta la náusea,
como todas y todas y cosas por el estilo que impiden que el
idioma respire con naturalidad.
Dos
cosas. La primera que los organizadores, las autoridades tanto
municipales como autonómicas de este lugar, más los patrocinadores,
inviten a alguien que pone en cuestión de arriba abajo el sistema
que se supone ellos defienden sin que haya un contradictor, es decir
alguien capaz de poner en evidencia la trama totalitaria que se
esconde tras ese discurso. La ponente ha hecho una impugnación en
toda regla de un sistema que ha hecho progresar a la humanidad deforma espectacular en los dos últimos siglos, presentando como
alternativa un sistema económico político y cultural en las
antípodas, que pretende controlar todos los aspectos de la actividad
humana, hasta la cultura. La segunda cuestión que me hubiese gustado
plantear a la ponente es que si triunfase su opción política
convocaría un coloquio como este en el cual el ponente principal
pusiera en cuestión el sistema que ella defiende. Por supuesto fue
muy aplaudida por un público, previamente entregado, que comparte se
estricto marco mental.
Menos
mal que por la tarde me he desquitado asistiendo a un refrescante
experimento musical. Un piano tocado por cinco personas a la vez.
PianOrquestra.
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