Esta
ciudad, desde la que escribo, tiene oportunidades: historia,
patrimonio, la lotería del gran yacimiento paleontológico. Y ahora
casi sin querer se ha dado otra, un Foro de Cultura que podría
haberse convertido en un gran foro de debate internacional, si
supiese hacer las
preguntas adecuadas, traer a los ponentes adecuados y crear
hábito. Es el tercero que se celebra, no todo está perdido. Este
año, la pregunta era la adecuada, la incidencia de la tecnología en
la humanidad. Había ponentes buenos, investigadores punta en su
campo, hasta interés había. Qué ha fallado, lo que siempre suele
entrometerse, el populismo, hundir a los que tienen algo interesante
que decir en el foso del populismo: agradar, convocar gente, caer
simpáticos. Hoy, por ejemplo, dos ponentes de nivel, Ginés Morata,
genetista que busca cómo regenerar órganos humanos para el
tratamiento de cánceres y el envejecimiento a partir de sus estudios
con la mosca Drosophila melanogastery, y una gran
divulgadora, Helen Pilcher, y con ellos una buena persona, Vicente
del Bosque. No se les ha sacado todo lo que podían haber dado. Qué
ha fallado, el formato quizá, las preguntas, el presentador, cuyo
momento climático ha sido cuando ha planteado la gran pregunta: A
qué famoso resucitaríais con las técnicas de clonación. Del
Bosque ha dicho algo importante, “tengo poco conocimiento, pero
muchas experiencias”, las dos facetas que certifican nuestra
humanidad, hambre de saber y vida, pero, también ha caído en la
tentación de África. Helen Pilcher le ha dicho lo que ayer dijo
Aubrey de Grey ante la misma cuestión, no me eches la zancadilla.
Del
tema, jugar a ser dioses, poco se ha dicho, apenas algo en la primera
media hora. Un resumen del estado de la cuestión por parte de
Morata: desde el descubrimiento de la estructura de la molécula del
ADN, en 1953, y el mundo que se abrió: los organismos transgénicos,
la secuenciación del genoma, la clonación, hasta el otro gran
aldabonazo genético, la técnica del CRISPR, hace nada, en 2014, una
herramienta de edición de genes que anuncia un mundo nuevo, el de la
biotecnología. El momento emocionante lo ha puesto Helen
Pilcher cuando ha contado la historia de la extinción del
bucardo en los Pirineos, en 1999 el último macho, en 2000 la última
hembra, cuando murió Laña, a la que antes se había hecho una
biopsia, su desextinción, en 2003, por parte de un equipo de la
universidad de Zaragoza, con células de la biopsia gestadas en una
cabra común, el primer nacimiento vivo en el mundo de una subespecie
extinguida, y su vuelta a la extinción, a los pocos minutos por
problemas respiratorios, lo que indica los límites de la actual
tecnología.
Pilcher
ha planteado las preguntas adecuadas: ¿es posible desextinguir a
otras especies? Sí, pero no más atrás de un millón de años (el
T. Rex, por tanto, no volverá a la vida). Podríamos revivir a los
neandertales, tenemos su ADN secuenciado, ¿pero es una buena idea?
No. Quizá sí el mamut lanudo, el bucardo o la rana extinta de
Australia, que incubaba a sus crías en el estómago después de
tragarse los huevos, pero sabiendo que no serán iguales, serán
clones puestos en un mundo diferente. La cuestión principal a
plantearse no es tanto volver a la vida a las especies desaparecidas
como hacer posible que las actuales en peligro no se extingan. Dos
tercios de los animales salvajes se extinguirán en el curso de la
vida de Helen Pilcher, la mayor extinción masiva, mil veces superior
a la época prehumana. Impedir que los vivos mueran, no que los
muertos revivan, esa es el gran proyecto que deberíamos emprender.
1 comentario:
Muy acertado
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