Rojo el sol, rojo
sin piedad, pero el viento
es el del otoño
(Basho)
Nunca pensé que me aburriría en el segundo día de un viaje. Hoy, viaje de Tokio a Hakodate, cambiando de isla, de Honsu a Hokkaido, en el ave japonés. Cuatro horas en las que al principio el paisaje me ha liberado del impacto visual de Tokio. El suave amarillo de los campos de soja, llanuras verdes y al fondo los montes brumosos hacen que me reconcilie con Japón. He podido leer por fin algunos haikus de Basho, la mirada limpia frente a un mundo fantasmagórico que parece no tener contacto con la realidad, otro siglo, otro paisaje, otra gente. El tren, en el que me adormezco después, es rápido pero los vagones son viejos, las estaciones sin sabor y gracia y la velocidad no se nota en exceso, perece un tren más.
sin piedad, pero el viento
es el del otoño
(Basho)
Nunca pensé que me aburriría en el segundo día de un viaje. Hoy, viaje de Tokio a Hakodate, cambiando de isla, de Honsu a Hokkaido, en el ave japonés. Cuatro horas en las que al principio el paisaje me ha liberado del impacto visual de Tokio. El suave amarillo de los campos de soja, llanuras verdes y al fondo los montes brumosos hacen que me reconcilie con Japón. He podido leer por fin algunos haikus de Basho, la mirada limpia frente a un mundo fantasmagórico que parece no tener contacto con la realidad, otro siglo, otro paisaje, otra gente. El tren, en el que me adormezco después, es rápido pero los vagones son viejos, las estaciones sin sabor y gracia y la velocidad no se nota en exceso, perece un tren más.
Lo peor de la jornada ha sido la llegada a Hakodate: el hotel tan moderno como informal está junto a la estación y la única actividad de la tarde ha sido visitar una colina en el cabo que delimita la bahía. Un mirador domina ambos lados del cabo pero estaba lleno de orientales tirando fotos a la caída del sol. Imposible ver nada, en defensa de los japoneses diré que todos esos hombres que veían en sus cámaras el amarilleo de la puesta del sol eran chinos. Desde lo alto, desde este sucio atardecer solo pienso en quién querría ser oriental quién chino quién japonés.
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