viernes, 5 de octubre de 2018

Historia existencial



         La historia es de todos los estudios el más cercano a la ficción y el que peor se lleva con el método científico. Por arriba, se acerca a la necesidad que el homo sapiens tiene del mito ante el pavor de enfrentarse a la materialidad y finitud de su existencia. Por abajo, cuando ha intentado ser fría, objetiva y científica, se ha entregado a los datos, los números, la abstracción lógica, despojándose de la motivación. En el primer caso se ha degradado en novela, en el segundo en estadística. Los estudios y tesis que producen las facultades del ramo son indigestos y cuando se convierten en ensayos para el gran público se devalúan adoptando los puntos de vista del día, de la corriente dominante o de la ideología a quien van dirigidos.

         Pero ha surgido un tipo de libro de historia que trata de combinar rigor con pasión. Escritores que obsesionados con un tema lo vapulean tratando de quitarle el polvo acumulado durante décadas o siglos hasta presentarlo limpio. Libros escritos en subjetivo, puesto que son pasionales, pero que iluminan de tal modo el asunto tratado que cambian la perspectiva del lector. Doy cuatro ejemplos de libros leídos recientemente: Contra Catalunya, de Arcadi Espada, La edad de la penumbra, de Catherine Nixey, Memoria del comunismo, de Jiménez Losantos e Imperiofobia y leyenda negra, de Elvira Roca. Los cuatro temas son apasionantes, el nacionalismo en Cataluña, el asalto al mundo clásico y al politeísmo en el siglo IV por el cristianismo elevado a religión del imperio, la revolución comunista en el siglo XX y la leyenda negra que arrastra España desde el siglo XVI. 

          Si el lector se acerca a cualquiera de ellos lo hace porque el tema también le apasiona. Los autores no renuncian a su subjetividad, al contrario, la convierten en un valor de verdad. Si escriben sobre ello es porque el tema les ha afectado existencialmente y esa circunstancia la saben trasmitir. Se produce un pacto, como en todos los buenos libros, entre autor y lector: no te voy a mentir en lo que cuento, quizá me deje aspectos del tema que trato, no tenga en cuenta todos los hechos y opiniones, en especial las que me contradicen, pero te voy a informar sobre lo que sé, he aprendido y nos afecta a ti y a mí en los más profundo. El lector lee de un tirón, agradecido, pero sin dejar de lado las objeciones que le van apareciendo.

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