sábado, 10 de febrero de 2018

Populismo punitivo



          El populismo ha vuelto y no tiene pinta de que se vaya a ir. Se podría decir que es como el termómetro de la democracia, nos indica hasta qué punto es grave la infección. Lo peor es que ha ido prendiendo en todos los partidos que en mayor o menor medida esperan que la inflamación social se convierta en éxito electoral. Pero también en la opinión pública, en quienes la manejan. Veamos el caso de la prisión permanente revisable. Los partidos han ido subiendo la apuesta contra toda lógica y contra toda necesidad. España no la tiene, es uno de los países con menor índice de delincuencia y donde esa figura jurídica menos se necesita, pero los partidos juegan con su espantajo. Los medios de comunicación la convierten en espectáculo: por las teles y las radios llevan pasando en un carrusel interminable los padres de las victimas de la violencia sexual. Por qué. Porque a los medios no les importa la reflexión serena, sino el manejo de las emociones. Eso es el populismo. 

           ¿Acaso los padres de las víctimas de violación, secuestro o asesinato tienen una sabiduría especial que les haga ver con mayor claridad cómo organizar el sistema penal? Porque parece que de eso se trata en primera y única instancia, de endurecer las penas, de que la actitud única frente a los delincuentes sea el castigo. No se atreven, pero en muchos de ellos late el deseo que no osan explicitar de devolver al sistema la pena de muerte. Lo de redimir al delincuente o lo de prevenir pasó a mejor vida, es del siglo pasado, pero es que lo que debería ser propio del siglo XXI, la comprensión de lo que sucede en la mente del delincuente no ha entrado en escena y debería hacerlo ya. Neurólogos es lo que el sistema necesita, hospitales o cárceles psiquiátricas más que cárceles sin más. Pero nuestras autoridades son duras de entendederas. Convendría que leyeran, más allá del Marca, Laetitia o el fin de los hombres o vieran la serie Making a Murderer.

No hay comentarios: