lunes, 12 de febrero de 2018

Making a Murderer




          Los productores de series han llegado a tal virtuosismo que son capaces de hacer de un documental sobre un suceso judicial una serie de diez capítulos que se sigue casi sin pestañear. Los hechos arrancan en 1985 y llegan hasta nuestros días. El individuo encausado pasa dieciocho años encarcelado por una violación que no cometió. Tras salir de la cárcel inicia un proceso contra el Estado de Wisconsin pidiendo una importante indemnización y acusando a la oficina del sheriff que le procesó. Justo entonces la cosa se complica extraordinaramiente. No voy a desvelar lo que sucede porque ahí está el intringulis de esta serie documental y lo que la hace apasionante.

          Sin embargo, tras verla, se planean serias cuestiones. Nos muestra toda una colección de fallos, negligencias o irregularidades, si no es algo peor, del sistema policial del condado de Manitowoc, y también del sistema judicial americano que bien podría servir para nuestro propio sistema. Las realizadoras, Moira Demos y Laura Ricciardi, toman partido con las pruebas que presentan, que parecen muy evidentes, a favor del acusado, habría que decir acusados, porque en el transcurso de los sucesos aparece un segundo acusado. El problema del espectador en este tipo de productos es que ha de suspender la racionalidad y dejarse llevar por lo que le están contando. Disfruta, protesta íntimamente, se indigna y luego se va a dormir. A la hora en que se ven estas cosas no está uno para ponerse a pensar y tratar la pantalla de televisión como si fuese un capítulo del Aranzadi. 

          Lo mismo nos sucede en nuestra vida cotidiana. Por lo común confiamos en la policía y el sistema judicial, si no fuese así la vida volvería al estado de naturaleza o a la época de los gobernantes brutos y chulescos. Que la prevaricación es uno de los delitos más graves es evidente, pero habría que pensar qué sucede con los periodistas o productores de espectáculos que toman la realidad en vano para hacernos pasar el rato. No está en mi mano decir quién tiene -todavía sigue, incluso se anuncia una segunda temporada- la razón en el caso de Wisconsin, sólo puedo decir que la serie está muy bien hecha.

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