Pues
bien. Como sucede con las grandes obras, es difícil contarla, entre
otras cosas porque aunque
cuente
una historia, la cuenta con el lenguaje del cine, es decir con
imágenes, sonidos y palabras, y con el intangible propio de este
arte que con
solo
las palabras no se
puede
tocar. Se
podría decir que es la historia de un modisto famoso de mediados del
siglo pasado que toma como modelo, y no se sabe si amante, a una
joven camarera y que la armadura del genio que vive para su arte es
desmontada por la joven. Pero eso sólo es el hilo que enhebra la
peli, contada así escamotearía
lo más importante. Qué es. Cada espectador la
vivirá
y gozará
de modo diferente y
algunos se aburrirán.
La
factura es clásica. Recuerda a las grandes películas de otros
tiempos, y a alguna reciente con la Carol de Todd Haynes, cuidada en
cada detalle
de la producción, como ellas hecha en estudio con
el cuidado de los mejores artesanos, como sucede en los talleres de
costura.
Las mismas interpretaciones parecen llegadas de otra época, los
actores nobles personajes, cada uno con el tiempo suficiente para
crear un gesto, para expresar algo más allá de la pose. La
escenografía, el vestuario, por supuesto, concebido como una
exposición viva, la música que invade la escena como si fuese un
personaje mayor. Es decir, los aspectos formales adquieren una
presencia que está ausente en las megalomaníacas
producciones tecnológicas
de la actualidad.
Pero eso sólo es la mitad, la otra mitad es aquello
de que va la peli.
Está el genio -el modista, inspirado
en Balenciaga-
absorbido por su creación:
hay
una escena central en que presenta una colección de sus obras que es
una maravilla; está el asunto de la bella camarera que viene a
interrumpirlo, a interponerse entre él y sus creaciones, algo
así como el artista y la modelo, arrobada
por el genio, dispuesta
a servirlo
pero también a atraparlo;
la
distancia insalvable de la edad, del género, de las expectativas, de
la personalidad, un
hombre y una
mujer
en lucha por sacarle a la vida todo lo que pueda dar de
sí.
Cada uno verá lo que está predispuesto a ver, lo
que necesita, lo que desea, que
es lo que nos sucede cuando vemos una obra de arte. No
sé como alguien ha podido escribir que es una película que no
emociona.
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