lunes, 5 de febrero de 2018

Mindhunter



           Pocos pueden vivir en soledad, necesitamos ser reconocidos y valorados, un espejo en el que reconocernos. Hay ejemplos de hombres perdidos o abandonados lejos del gentío que dejan de ser humanos. Interactuamos con los demás. Hay muchas formas de hacerlo, el amor, el odio, la indiferencia, la pasión posesiva, el crimen. Y todas esas relaciones nos transforman. Vamos cambiando en nuestra relación. El genoma es solo la mitad del asunto, la otra mitad es nuestra adaptación al mundo. Nuestra madre nos moldea y nosotros a ella, nuestros amigos, las mujeres que vamos conociendo, las transacciones. En Mindhunter, basada en un libro que a su vez explica la experiencia de dos agentes del FBI que a finales de los 70 estudiaron el comportamiento de los asesinos en serie -ellos dieron curso a esa denominación- con la intención de predecir la actuación de los psicópatas y perfilar las técnicas de investigación, una serie en 10 capítulos de Netflix, la interacción se lleva a casos extremos, los asesinos insensibles y los policías. Tendemos a creer que podemos autocontrolarnos y controlar a los demás sin coste, pero no es así. Nuestra mente no es sólo racional. Un profesor, un policía, un médico es un hombre que trata con otros hombres. Durante un tiempo es posible que mantengamos a raya los sentimientos, pero en todo trato humano hay intercambio. De eso nos habla esta magnífica serie. Pero la huella en nuestra personalidad no sólo la deja el trato con el mal o con la enfermedad o en la experiencia del límite, también las relaciones cotidianas, con nuestros familiares, con la novia, con los amigos, con los vecinos. Debemos ser conscientes de ello. No sólo de lo que nos sucede, también de lo que les sucede a los que tratan con nosotros.


             La serie no es sólo buena por tratar ese tema, es que está muy bien hecha. David Fincher, especialmente, el último capítulo se ve sin respiro, también los otros directores son capaces de hacernos estar en tensión sin que sucedan cosas, sin que haya acción, sólo con diálogos densos, que no acaban de desvelar todo lo que queremos saber, y escenarios de atmósferas cargadas. Ha habido momentos en que me he sentido mal viéndola, por la tensión que transmite. Es erróneo decir que las series no aportan nada a la historia del cine. 

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