martes, 16 de enero de 2018

Tres anuncios a las afueras




         Lo más que se puede decir de esta película es que produce indiferencia. Indiferencia en el espectador porque no le engancha con algo que realmente le importe e indiferente con respecto a los grandes temas que están ahora, como dicen los anglosajones, en la conversación. Es una película espectáculo, bonita: paisajes, luz, personajes, efectos, con bonitos papeles para los actores, que sí, lo bordan, Frances McDormand, Woody Harrelson y Sam Rockwell lo bordan, con bonitos momentos para la empatía por la conexión emocional con personajes hoscos que son algo más que lo que aparentemente representan, con caracteres difíciles, enfrentados, pero que en el fondo tal y tal, con muchos momentos para la sonrisa en medio de la tensón, perfectamente medidos y buscados, como una serie de viñetas llenas de guiños al espectador entregado, pero que sin embargo en ningún momento estimula su inteligencia ni le presenta dilemas sobre los que desgarrarse interiormente a cuenta de su conciencia moral. Brochazos gruesos, pues. Si se hiciese un esfuerzo se podría pensar que el tema es la ira y la redención, pero sería afinar demasiado, porque es un tema apenas esbozado, sin desarrollar. Una película en busca de premios, de taquilla, pero que pronto pasará al olvido porque no hay en ella nada nuevo que nos haga progresar moralmente.

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