Qué
pasa con Cuatro por cuatro. Creo que su escritura y
planteamiento es juvenil, como de redacción ampliada. Pretende
generar en el lector la sensación de misterio, pero no hay tal. Ni
en la primera parte, cuando son los propios jóvenes del internado
los que se expresan con sus torpezas, angustias y dificultades para
hacerse con el mundo, ni en la segunda cuando es un adulto, un
inmaduro profesor sustituto, el que se pone a relatar en forma de
diario, porque su relato ni sugiere ni explica ni pone en marcha
ningún mecanismo de comprensión, por no hablar de las notas
finales,a modo de epílogo, de los papeles sueltos que deja un
personaje desaparecido. No hay misterio, sino torpeza en su
generación. Quizá la autora ha querido jugar a demasiados palos:
novela de iniciación, psicológica, de misterio e incluso una fábula
que intentase explicar la realidad compleja de estos años, un
internado que encerrándose de la realidad adversa se pudre. Los
personajes son ideas vaporosas sin suelo y la trama no termina de
echarse a andar. Y tema, desde luego, no hay. No merece la pena
hablar de qué trata la novela porque no hay nada de que hablar
aunque pudiera parecerlo.
miércoles, 17 de enero de 2018
Cuatro por cuatro, de Sara Mesa
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