Esta
distopía alcanza su sentido en una sociedad puritana ahíta de
feminismo. Las mujeres son devueltas a un sistema productivo donde el
artículo más valioso es el fruto de su vientre. Imaginemos un mundo
en el que una tras una catástrofe -medioambiental, nuclear, química-
dejase a la mayor parte de las mujeres infértiles. La sociedad se
organiza para proteger ese bien escaso. Aquí un grupo de puritanos
-los comandantes- se hace con el poder, separa a los hombres y a las
mujeres por colores y vestimentas, los estratifica con funciones
marcadas bajo fundamentos religiosos y concentra los esfuerzos y el
ideal común en tener hijos. La protagonista y narradora, la criada
que cuenta la historia, es una de las mujeres asignadas a la
reproducción. Para justificar la esclavitud, el acto de
fertilización, una violación reglada, es despojado de todo carácter
placentero, convertido en ceremonia religiosa, en el que se leen
textos bíblicos y al que asiste toda la familia. Si las mujeres se
rebelan son tratadas con violencia y en los casos más graves
apedreadas hasta la muerte en un acto sacrificial ejecutado por sus
propias compañeras o bien desterradas a unas colonias donde han de
morir en poco tiempo expuestas a residuos tóxicos. El régimen
puritano controla la vida entera de las mujeres, el tiempo y el
habitáculo donde las confinan, la comida, el ocio, sus sentimientos.
El cuento de la criada funciona como una fábula en la que extremando
situaciones nos habla de cómo la situación de la mujer en cualquier
sociedad patriarcal es el canario en la mina o el termómetro de la
libertad en general: “La medida de la libertad que tenga una
sociedad depende de la libertad de que disfruten las mujeres de esa
sociedad” (Montesquieu).
Sólo
muy poco a poco, con maestría, la autora va desvelando la
organización del sistema, que se abre al mismo tiempo en la
conciencia de la narradora y en la del lector. Y no del todo, pues
añade un capítulo final donde en un supuesto congreso sobre un
texto encontrado, en realidad 30 casetes grabados, termina por
situarnos en la historia de ese régimen totalitario, la República
de Gilead (Galaad), y el contexto particular de los personajes que
aparecen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario