Si
nos gobernase la razón debería ser factible que en Cataluña se
formase un gobierno transversal. Transversales han sido casi todos
los gobiernos hasta ahora, los que se han conformado en torno al eje
izquierda/derecha o los tripartitos que incluían formaciones
identitarias con aquellas que no lo eran y que se han descubierto
como constitucionalistas en los últimos tiempos. ¿Por qué habría
de ser imposible un gobierno que incluyese un pacto de C's y Psc con
ERC o con el PdeCat? Quizá sea una ingenuidad pensar que la política
está para resolver problemas agudos, pero eso es lo que deseamos
cuando ejercemos nuestro derecho al voto. C's y los indepes
podrían sentarse y acordar un plan de gobierno que no incluyese
medidas identitarias. Y hay unos cuantos problemas que esperan una
solución urgente. O bien podrían acordar un gobierno de mínimos en
el que ambas formaciones cediesen o aplazasen algunos de los puntos
más calientes de sus programas. Probablemente chocaría a sus
electorados y se enfrentarían a votantes y medios radicalizados,
pero si el pacto dura cuatro años se irían acostumbrando. Con la
fuga de empresas, el deterioro económico y la fractura social, sería
deseable y cumplirían con el primero de los principios que formula
todo político, que está en política para servir al pueblo, a la
comunidad o a los ciudadanos. Claro que ese proyecto de mínimos
debería estar sustentado en la idea de que Cataluña no le pertenece
a nadie en particular y que, por tanto, debería ser un gobierno para
todos los catalanes. Sus primeras medidas deberían recomponer el
clima deteriorado en la escuela y en los medios públicos.
¿Imposible? ¿Quién desea que el estanque, antes oasis, en que se
ha convertido Cataluña siga con sus aguas estancas y putrefactas? ¿A
quién le gustaría acabar en una división territorial balcánica,
si hemos vividos hasta ahora en una relativa armonía por qué no
volver a intentarlo?
viernes, 29 de diciembre de 2017
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